No estoy muy seguro de contarles esto, igual y se ríen pero ya abrí la boca y ni modo de cerrarla. Tampoco sé si les haya pasado lo mismo que a mí aunque supongo. No soy exclusivo. ¿Han visto cuando a un chico le gusta una chica o por lo menos pone su cara libidinosa en el escote? Dirán que se sienten maripositas en el estómago sudor en las manos y se ponen como puberto ¿sí? Pero no porque ¿cómo les explico? Con eso de la revolución femenina los hombres nos sentimos más intimidados, como si nos quitaran parte de nuestro territorio porque ahora las mujeres tienen incluso más pantalones que algunos de nosotros. No voy a decir que todas las chicas; tradicionales y mojigatas quedarán en el mundo, pero está difícil identificarlas. He visto chicas osadas y atrevidas con pantalones, playerita y tenisistos, todo de lo más casto. Pero también he visto chicas hijas de familia que traen medias rotas peinado de Amy Winehouse y kilos de maquillaje negro, pero siguen esperando que uno siga teniendo la iniciativa. Por eso nos intimidan, porque ya no se sabe con cuál de las dos estás tratando o si con una mezcla de ambas.
Pongamos de ejemplo a una mujer conservadora, de 27 a 30 años, soltera y de no malos bigotes. Si yo tuviera unos años más con mucho gusto ¿ajá? Pero a primera vista resulta difícil saber si quiere que yo tome la iniciativa o no. Puede lucir muy independiente y segura de sí misma, pero en el fondo puede ser una cursi de lo peor. Tal vez al verme ponga cara de no me toques pero como que sin querer se le desabrochó un botón del escote ¿cómo carajos voy a saber si se trata de una maniobra deliberada o sólo un simple accidente? Como la maniobra de la pluma ¿sí? Se les cae junto al chico en cuestión y esperan a que la levante, si él sonríe le echan un comentario, pero si no, lo olvidan o se empeñan más; eso es fácil de detectar. Pero si te ven con ojos de pistola ¿qué? ¿es sí o no? Por eso nosotros recurrimos al método de las indirectas y la liberación del perfume propio. Que de esto último casi no nos damos cuenta, pero también las mujeres lo hacen y creo que ellas más o menos lo pueden regular y deciden con quien sacarlo sin temor a confusiones. Por eso siempre he dicho que las mujeres tienen algo de hechiceras ¿han visto a algún hombre manipular así como así sus emanaciones reproductoras? ¿No verdad? Pero nos salimos del tema, estábamos en las indirectas. Si nosotros decimos con cara de amor “practica deporte” y ellas dicen “Sí tienes razón es bueno para la salud”, es obvio que no están en la misma frecuencia ni de chiste. Pero si lo decimos y la chica nos sonríe, ni que decirlo, ya tenemos de menos la mitad.
Y no hay peor ciego que el que no quiere ver, si las casi casi le dices directamente “eres preciosa”, “te quiero mucho”, “quiero estar contigo” y ella contesta: “gracias eres un buen amigo”, entonces ya ni buscarle. Aunque también se esté haciendo la que la virgen le habla y te capte todo pero no quiere romper tu corazoncito. Eso también se nota si se voltea para no verte a los ojos. Pero en estos casos ella es la que se resiste a ti y no sé, digamos que no le gusta tu físico, o tu manera de ser, o no eres su tipo como suelen decir. Ahí hay que ganarla por otros lados: no se puede resistir a sus amigas o por lo menos no hay tanta oposición de su parte. Si le caes bien a las amigas, te la ganas; ellas actúan a tu favor y la chica en cuestión termina oyendo tus plegarias a través de un intermediario, pero lo mejor de todo es que ellas le suben la autoestima: “sí quiere contigo, anda anímate no está tan mal, lo haces sufrir”, y así como que se empieza a compadecer de su admirador, y está dicho por ellas mismas: “si te enteras que le gustas a alguien ya no lo ves con tanta indiferencia, incluso hasta te puede gustar” y eso no lo digo yo, me lo dijo una linda chica. No quería decirlo, pero eso les alimenta la vanidad que traen de fábrica: las flores que le echan.
Y con esto habría que preguntarle a sus amigas si se sonrojó o si dijo “ay no como creen” con una ultrasonrisa. Si de plano contestó feo o se enojó o ni le importó, ya chafeaste; pero cuidado porque detrás de la indiferencia a veces lo hacen para no delatarse, así que atentos.
Pero para que desperdicio mí tiempo explicándoles. Si las mujeres quien liberación femenina que lo hagan bien o que nos digan directamente que quieren, no nos ofendemos. Pero si no, entonces solo déjenos hacer el trabajo que hemos venido haciendo por siglos, nuestros genes nos indican el camino.
Manual: De nerd y/o inseguro, a un hombre culto y con personalidad
viernes, 25 de noviembre de 2011
sábado, 25 de junio de 2011
LENGUA Y LITERATURAS MODERNAS FRANCESAS UNAM
¿Alguna vez han llegado tarde a algún examen? No digan que no porque hasta el más ñoño se le ha dormido el gallo u olvidado el día o la hora. O en el más extremo y más mala leche de los casos, en que te dicen mal la hora a propósito. Pueden pensar, es un examen normal, el maestro te deja pasar a regañadientes y ya, pero ¿si es un examen importante?
Pues bien, voy a quemar a la Coordinación:
Sucede, que iba a presentar mi examen para ingresar a la carrera de Letras Francesas en la UNAM, pero primero tenía que inscribirme en la Coordinación de Letras Modernas. Yo ya estaba cursando otra carrera, tenía como veinte años: I mean, no estaba tan pendejo. Entré y los weyes que era “ayudantes de la coordinadora” –haciendo su servicio tal vez-, estaban chachareando:
-Uff, o sea, es que yo sí se leer inglés, mira, te leo un trozo de la Vulgata Artúrica para impresionar al wey que acaba de entrar y de seguro viene de prepa.
Si no fueran de la UNAM, les diría snobs, que lo son claro, sólo que no lo digo para insultar a mi alma mater y porque aún no puedo creer que albergue a semejantes criaturas.
Parece ser que lo que más aspiran en la vida es impresionar a los seres que ellos consideran inferiores, aunque debo reconocer que eran muy altos, y algunos bien parecidos, no muy diferentes a mi debo decir, pero eran unos alzados.
Para humillarme más, me trataron como si no comprendiera el lenguaje:
-Te sientas aquí y llenas los datos que te pide la hoja que te acabo de dar con los datos que están en esta hoja ¿en-ten-dis-te?
¿Qué se creían estos tipos? ¿Qué son los únicos cultos? Bueno, dizque cultos, escuincles pendejos guarros. No recuerdo como se llamaban los otros dos, pero una de ellas, la que me firmó la hoja de inscripción, se llama Alin (o Filin o Aln, no le entiendo) Sáez Delfín. No sé que hicieron, si cambiaron las fechas o fue mi miopía, pero era obligación de ellos revisar la hora y salón… para eso es la revisión y para eso están en la Coordinación, y aún así tuvieron el cinismo de preguntarme:
-¿Ya conoces el salón 02? ¿Sí? Si no ahorita pasas para que lo conozcas.
-Ajá, sí (pendejos)
El resultado fue que llegué una hora tarde, una hora menos para hacer el examen y por lo tanto tiempo insuficiente para llegar al nivel de francés, Coordinadora ¿qué dice al respecto?
Pues bien, voy a quemar a la Coordinación:
Sucede, que iba a presentar mi examen para ingresar a la carrera de Letras Francesas en la UNAM, pero primero tenía que inscribirme en la Coordinación de Letras Modernas. Yo ya estaba cursando otra carrera, tenía como veinte años: I mean, no estaba tan pendejo. Entré y los weyes que era “ayudantes de la coordinadora” –haciendo su servicio tal vez-, estaban chachareando:
-Uff, o sea, es que yo sí se leer inglés, mira, te leo un trozo de la Vulgata Artúrica para impresionar al wey que acaba de entrar y de seguro viene de prepa.
Si no fueran de la UNAM, les diría snobs, que lo son claro, sólo que no lo digo para insultar a mi alma mater y porque aún no puedo creer que albergue a semejantes criaturas.
Parece ser que lo que más aspiran en la vida es impresionar a los seres que ellos consideran inferiores, aunque debo reconocer que eran muy altos, y algunos bien parecidos, no muy diferentes a mi debo decir, pero eran unos alzados.
Para humillarme más, me trataron como si no comprendiera el lenguaje:
-Te sientas aquí y llenas los datos que te pide la hoja que te acabo de dar con los datos que están en esta hoja ¿en-ten-dis-te?
¿Qué se creían estos tipos? ¿Qué son los únicos cultos? Bueno, dizque cultos, escuincles pendejos guarros. No recuerdo como se llamaban los otros dos, pero una de ellas, la que me firmó la hoja de inscripción, se llama Alin (o Filin o Aln, no le entiendo) Sáez Delfín. No sé que hicieron, si cambiaron las fechas o fue mi miopía, pero era obligación de ellos revisar la hora y salón… para eso es la revisión y para eso están en la Coordinación, y aún así tuvieron el cinismo de preguntarme:
-¿Ya conoces el salón 02? ¿Sí? Si no ahorita pasas para que lo conozcas.
-Ajá, sí (pendejos)
El resultado fue que llegué una hora tarde, una hora menos para hacer el examen y por lo tanto tiempo insuficiente para llegar al nivel de francés, Coordinadora ¿qué dice al respecto?
martes, 21 de junio de 2011
PACTO
No me oigas, es más ni siquiera me mires; te va a dar miedo, es algo así como una novela de King o cuentos de terror de Garfield, pero tengo que decirle a alguien que conocí al diablo. Dirás que eso pasaba en la Edad Media con sus quemas de brujas cuando el diablo andaba entre nosotros. Pues no. Se presentó a mi puerta el muy descarado con la forma del repartidor de pizza porque al querer darle la propina la rechazó, ahí lo descubrí, no era de entrada el demonio con cuernos que nos venden en la tele: flaco, alto, enjuto, me hubiera gustado que se hubiera llamado Demián, pero ahora que recuerdo ese es el nombre de su hijo; como quiera que sea el gafete decía Juan, o Pedro o Pablo, algún nombre corriente como el mío. Cuando no me aceptó la propina le miré los ojos y le encontré las pezuñas.
-No quiero tu dinero, quiero tu alma, invítame a pasar.
Dicen que el diablo es astuto pero en esos momentos no lo creí, pudo mejorar, hacerlo bien, terrorífico pues, ¿y me sale con la jalada de “no quiero tu dinero quiero tu alma”? Pendejo. Tantos siglos asechando en la tierra y no ha aprendido nada, o a lo mejor era lo que necesitaba para engañar a un ingenuo como yo. Vale pues, algo va a ofrecerme, bucks, nenas, fama, rock ΄n΄roll. Entrando al depa se transformó, de repente ya no era el repartidor feo porque dicen que el diablo no es feo ni tonto, sino todo lo contrario. Total que ya estaba en mi casa un tipo como Tom Cruise o Ian Somerhalder o ya que está de moda Robert Pattison en fachas cool, osea que si entraba alguien podía tener pinta de amigo me lo quedé viendo descaradamente, si yo hubiera sido mujer ya me lo hubiera llevado a mi cuarto así sin más y me valía que fuera Don Luci.
.Tengo aspecto de hombre porque si me presento como mujer se te embota la cabeza y eso es trampa para firmar un contrato.
Joder, este tío venía tremendo, le tenía que importar bastantito mi alma para andar leyéndome el pensamiento, y mira que mis pensamientos no andan en orden, te metes a mi cabeza y ves pura porquería, aunque no todo es de mi propiedad, el diablo tiene buen marketing, osea, ya lo había comprado antes de verle la jeta de actorcillo de Hollywood. Pero luego pensé ¿y porqué no habría de seducirme y hacer trampa si él es quien la inventó?
-Porque quiero que te pierdas tú solo. Así el Llaves ya no te recibe.
Andaba en mi mente segurísimo, yo armando una pachanga en conjeturas mentales y viene éste a responderme en voz alta. Osea que quería que yo me fuera a pique solo, entonces era cierto lo que decían, Don Luci es listillo el condenadillo, viaje sin regreso al infierno. Perfectirijillo.
-¿El Llaves?-me imagine los apodos de san Pedro.
-Sí, el de allá arriba, el Juez. Pensé que eras más inteligente por la asociación de palabras.
Me humilló, y que quieres, soy orgulloso, ¿quería jugar? Pues juego.
-Así me gusta, que seas dócil.
Sonrió malvadísimamente como ya saboreándose la victoria; eso me repunteó el hígado, bueno no sé si la palabra repuntear exista pero yo lo digo como algo que te puntea y te puntea hasta que te jode y éste se burlaba de mi orgullo
-Te tengo un trabajito, una cosita de nada, hay una nenita en Birmingham que sigue siendo virgencita.
-¿Nada mas eso? Para eso no necesitas que te firme nada, ponle unos violadores y con eso basta.
Nada más de decir eso me sentí mal, a fin de cuentas Don Luci me daba un poquitín de miedo, pero no por desvirgar a alguien compro un boleto sin retorno a la ciudad de nuestro señor Sata, eso se hace gratis.
-No es cualquier mocosita te advierto, la nenita es hetaira.
Ahí estaba el problema, una mujer difícil de alguna manera cede, pero lo que más me gustaba y se me hacía raro en Luci es que era culto el buen mozo y no decía groserías a comparación mía, ¿sino porque crees que te estoy contando esto ahorita? Por pinche grosero.
-Ahora va a resultar como el de la puta tan fea que murió virgen.
-Algo hay de eso, nada más que esta no es nada fea.
-¿Y de que viene el trato? ¿Qué me vas a dar a cambio? Porque te hago lo que sea, nomás llégame a la tasa de interés.
-Dime que quieres.
-Dime primero que debo hacer. Que tal si te pido las perlas de la corona y resulta que tengo que hacer bajezas.
-Ya te habías tardado en ponerte listo, pues muy fácil, te infiltras entre sus amigas, trabajas con ella, y ya con eso me la tienes empaquetada para recibirla por la puerta de atrás.
Osea que las meretrices se van al infierno, y yo que pensaba que iban al cielo por hacer obras de caridad.
-¿Cómo que trabajo con ella? ¿Me le encimo de a fuerza?
-No seas tonto, eso lo hace cualquiera. Voy a darte ciertas cosas para que te conviertas en mujer y seas su compañera para malinfluerciarla, luego serás hombre otra vez y con eso cae.
-¿Travestirme yo? Para eso tiene a sus compañeras pirujas, yo no me meto en eso.
-Dijiste que harías lo que sea con tal de llegarte al precio. En el fondo tienes algo de mesalina.
¿Cómo replicar a mi mismo?
-Okei, te salgo barato si quieres, vivir hasta los 150 para ver el nuevo siglo con el mismo aspecto que tengo, que nunca se me acabe el dinero, conocer a los rockeros famosos como Cerati, Keith Richards, Paul McCartney, Bob Dylan y hasta Bono junto con otros astros, y las mujeres más guapas y sexys.
-¿Amor no pides?
-No, a menos que me salve de ti.
-Imposible, esa es una cláusula en el contrato, “no redención posible con amor verdadero o misericordia divina”
Perro mundo, hasta Luci recurre a la letra pequeña, ¿cuántos abogados corruptos tendrá allá abajo?
-¿Dónde firmo?
Imbécil, pécora, rata de alcantarilla podrida, cucaracha escupida, bastardo traidor, ¿qué me costaba no firmar? Una vida tranquila y a lo mejor las meretrices de United Kingdom pasaban como bala perdida y yo ni enterado a menos que la necesidad apremie. Firme con mi sangre ¿qué tonto no crees? Pero fue con al sangre de mi frente y no con la de mis dedos porque como dijo Luci, le importa más mi mente que lo que haga con mis manos que no es poco.
Luego me dio una serie de paletas, como las de cajeta, unas para hacerme mujer y otras para hacerme hombre; total que me llevó a Birmingham en tren, que para que pensara bien lo que tenía que hacer, o más bien para que le diera tiempo a él de decirme todo su plan, osea todo un chorizo de instrucciones, pero tenía que hacer caso. Cuando llegamos entramos a un baño, y me encerró en uno de los cubículos, tuve la mala sensación de que me iba a hacer algo, como quitarme un dedo o marcarme como vaca, pero en lugar de eso se transformó a tal y como le lo imaginaba, altísimo, dos metros o tal vez más, su piel estaba como quemada, tenía patas de macho cabrío como extremidades y cuernos afiladísimos, de una sola embestida podía ensartarme en uno y aún podía bajarme a través de ellos como Vlad el Empalador, el rostro era el más horrible que haya visto, para ser el más hermoso de los ángeles ahora no lo parecía.
-Te doy gusto-habló con voz de trueno-todo el camino no parabas de pensar en eso, y aquí me tienes, habla bien de mi.
Me dio una bofetada y desapareció apestando a azufre…y a mí tirado en el piso del baño. Me encontró un tío como de mi edad que me veía como idiota, pero de lo que no me acordaba era que antes de entrar al baño Luci me obligó a comerme una de las paletas, así que ahora estaba en el piso una versión mía pero femenina, por eso me veía raro el tío ese.
-¿Tiene algo señorita? ¿Está bien?
Me levante en chinga, y cuando me vi en el espejo había una versión femenina mía, porque ya era mujer, para que te des cuenta de lo rápido que me acomodé a mi nueva condición, imagínate a una pobre muchachita de veinte años tirada y sin saber que onda en el baño de hombres con un tipo que me llevaría cerca de cinco años ¿qué sucede? Pues se la lleva a su casa angustiada e inocente aceptando dinero para que se compre ropa la pobrecita (como mi ropa ya no me quedaba tuve que decir que mi novio me forzó y me escapé con su ropa) para después invitarla a comer. Nada más piénsalo; lo que si no preví fue que al tipo ese le gustara, como mujer digo, porque como hombre de entrada ya le hubiera caído mal, nada más con ver sus ojos posarse sobre mis pechos (que feo se oye en mi, mis pechos) con la ropa de niña nice que me compró, así que cuando intentó besarme me levanté bien mamón y me fui. Como el tipo éste tuvo la precaución de llenarme la bolsita de money tomé un taxi y le pedí que me llevara a la dirección que me dio Don Luci que resultó ser una pensionita, chiquita y mugrosita, bueno tú la conoces mejor que yo, cuando toqué la puerta y me abriste, el alma se me fue a los pies, ya no sabía si cumplir el encargo de tu jefe el Sata o quedarme ahí esperando el castigo por andar dejándome convencer, aunque de todas formas iba a ir a parar al infierno, sólo que si me iba con Luci, iba a sufrir más.
Seguramente te dio lástima la cara de pendejete que puse porque sonreíste y me hiciste sentir peor. Pensaba, no mames, ésta mujer es un ángel bajado del cielo y por mi pinche avaricia la voy a mandar al agujero; pero después me cachó Don Luci en la movida porque me mandó un pensamiento nefasto: primero fíjate si vale la pena rajarse, no me vaya a salir una mujer sin entrañas que no afloja porque se siente una archiduquesa entre tantas zorras.
Como recordarás solté mi historia ensayada en el tren: que no tenía dinero, que no sabía que hacer y las arañas. Cuando me dijiste que ese camino no era para mí porque estaba muy guapa y parecía modelo, quise echarme a llorar, en cuanto te vi supe que no habías escogido el camino de la calle nomás por calentona sino por necesidad como muchas. Pendejo de mí. Apenas pagabas la renta con manoseos, pensé ¿Qué me costaba no firmar? Pero ni modo, ya estaba jodido; me sentía entre la espada y la pared, no quería hacer enojar al de allá abajo, pero tampoco te quería mandar para allá de a gratis, me quedaba mandar al carajo el contrato y así ni él ni yo ganábamos y sólo me restaría esperar el veredicto del señor juez. Me recordaba a cuando esperaba con terror la firma de boletas sabiendo de antemano que tenía algunos seises y un cinco siendo como era estudiante modelo.
No sabrás el horror o la pena que pasé cuando me puse la ropa que mostraba mis carnes con el frío que hacía la primera noche tremendas repercusiones en el top. Tomé la resolución de sólo dar la probada como tú, pero antes siquiera del primer cliente al poner el pie en el boulevard Luci volvió con el mismo disfraz.
-No te conocía tan pío. Mira que desertar en la primera noche y con lo guapo que te pusiste.
-¿No hay punto medio en el contrato? ¿Ni tú ni yo?
-Haría una excepción por ser tú, pero no, o gano yo o gano yo.
-Vale pues, llévame ya entonces, ponerme siquiera esta ropa y salir ya es pecado.
-No puedo, todavía traes el cordón umbilical en la misma forma que antes tenía yo. Pero cuando cumplas tu parte vendré por ti y ni idea tendrás a quien enviaré pero él te reconocerá aún cuando estés como mujer, porque por tu carita no será.
Se largó el ojete dejándome del color de la pared, bueno de esa pared no porque estaba hollinada, pero imagínate la pared de la casa de locos ¿verdad que tenía cara de muerto? Si de por si soy blanco con esa amenaza quedé como vampiro hambriento, pero eso significaba que Luci ya no estaba siendo tan amable y que estaba encabronadísimo conmigo, moderadamente of course, pero su cortesía era una manera de mantener distancia para evitarse confiancitas y si preguntas que cuál cordón umbilical, éste no podía ser otro que mi queridísimo ángel de la guarda y claro, a Luci le ha de haber repunteado hasta la punta del cuerno verse en el espejo del tiempo, no me vayas a decir que las mujeres no hacen su mohína cuando ven a alguien más joven, por eso en parte son hijas del tío Sata.
Las noches siguientes fueron horrendas, no, peor que horrendas, imagínate a una cucaracha saliendo de un excremento de vaca ¿verdad que da asco y hasta volteas la cara? Pues eso era sólo una pizquita de mis noches, mientras tú seguías en tu estado de maría, yo andaba con cada pinche Horny que se le ocurrían atroces versiones de los libros indios eróticos o con algún sádico que le daba por pegarme y hasta traía atuendo y todo el rollo, pero eso no era lo peor, ¿te imaginas lesbiana? (dejando aparte esa vez) ¿verdad que no? Pues así estaba yo, queriendo vomitar con cada vejete de nalgas aguadas siendo yo joven y además hombre. A veces me tocaban mujeres, desviadas, pero eran menos y yo sin arma, me daban ganas de echarle el guante a las paletas pero todavía no cumplía mi cometido y ya habían pasado una semana llena de asquerosidades; y no iba a soportar otra, primero me iba al infierno lo cual era una ironía porque ahí iba a parar de todos modos.
Fue cuando llegó ese día, volví de la calle y te estabas cambiando, me quedé paralizado tu torso estaba sin más abrigo que tus cabellos y te percataste de mi cara de horny girl porque te tapaste, pero yo ya no tenía de donde agarrarme y ¡pas! Me solté, disculpa que al principio te lo haya hecho pasar mal, pero ya no me pude aguantar y supe que también me querías a tu manera porque me correspondiste el beso pero evitaste lo demás, hubieras visto tu cara cuando tomé una de las paletas y me mostré tal cual era, has de haber pensado que yo podía ser Don Luci porque gritaste mucho y me golpeaste ¿te acuerdas? Ya después medio zanjada la cuestión que quedó clara hasta hoy hiciste justo lo que el tío Sata y yo queríamos (por ese orden) dejar de ser sólo María y empezar a ser más como María Magdalena . Nunca pasé noche más exquisita que esa, y pensaba: por más noches como ésta obedecer a Luci no será tan difícil ¿y qué crees? que desde ese día todo empezó a ir mejorcito, me llovían libras de todos los lugares quien sabe como, una vez andaba de paseo y que me encuentro a Paul McCartney así sin escolta ni nada, otro, me encontré a Keith Richards y en el peor de mis días me encontré a Bono podían ser espejismos, pero eran espejismos muy reales y no me quejé; le seguiría con la lista pero son tantos rockstar que temo aburrirte. Tus compañeras pirujas andaban tras de mi, y algunas otras que hasta eran modelos me rogaban, algo que en mi cerda vida me había pasado ¿pero para que las quería a ellas si ya te tenía a ti? Que fue lo único que no le pedí a Luci y llegó solito. Después de pensar esto me quedé de una pieza, se me hizo raro que de la nada me llegara el amor sin haberlo pedido, a menos que Dios me quisiera demasiado a pesar de renegar de Él como para mandarte a ti. Esa debió ser una señal, pero yo pendejo como estaba babeando por ti, no hice mucho caso a ésta reflexiones: si Don Luci no me había prometido amor y ya no era hijo de Dios entonces no me querías bien o algo tramabas; de alguna parte me llegaban las voces de mis preceptores curas, serpientes, manzanas, encarnaciones de Dalila, criaturas abominables hijas de Don Sata y quien sabe que más, pero como te dije, hice oídos sordos ¿cómo iba a saber quien eras tú?
Todas estas dudas se arreglaron en una noche, en un momento, ya había pasado un mes en el que te habías deshecho de tu honra en mi cuerpo y te estabas volviendo experta o al menos eso creía yo, cuando en pleno show llegó Don Luci a leerme la cartilla. Aguafiestas cabrón, dije, y ahí me jodí. Vi que pusiste cara de sorpresa y de miedo, yo pensaba que era por haber visto al Sata aparecer en lo más bueno del espectáculo ¿que estúpido no? Pensar que sólo conmigo hacía tratos el pendejete este. No le digas lo que dije. En eso veo que buscas debajo de la cama y sacas un puñalito muy bonito y me lo clavas llorando. Me dolió un montón aunque no haya gritado, me sentí como pavo en navidad tomado por sorpresa para trinchar; fue un dolor horrible, y sentí que mi interior se iba para abajo, me entró un frío tremendo y cerré los ojos.
Desperté en un lugar sin temperatura, desnudito y apendejado, vi a un tío alto junto a mi que me miraba con lástima y tristeza, nada más con verle los ojos supe que era mi ángel y dije, madres, si éste me está viendo así es porque ya chafié, y dicho y hecho, me dijo bien solemne aunque no le vi abrir los labios, no tienes derecho a juicio. Te vas directo.
Me sentí solitito, y abandonado, vaya con el ángel, ese si era un caballero. Empecé a gimotear como marica, me sentía estafado sin saber porqué, Luci no me dijo que me iban a matar.
-Ah, ¿no te lo dije?-me preguntó bien quitado de la pena y yo con ganas de partirle el hocico al cabrón.- Es que a ella también le prometí mucho porque ya se había cansado de putear.
-Rewind… ¿qué no era virgen?
-¿Y me creíste? De verás te pensé listo.
Soltó una carcajada malévola y me estremecí de miedo.
-Ya era putita, me pidió amor y se lo dí, sólo que tenía que matar al tipo con quien se acostara y cuando yo me apareciera dijera aguafiestas cabrón
¿Ves porqué te digo que estoy aquí por pinche grosero?
- Tú me pediste dinero, rockeros, mujeres y te los dí ¿qué más querías? Ahora me toca cobrar.
Maldito cabrón, hasta ahora saca el cobre, pensé, eso no me lo dijo ni yo lo leí en el contrato, hubiera contratado a un abogado aunque sea del Poli para lidiar con ese hijoputa traidor.
-No quiero tu dinero, quiero tu alma, invítame a pasar.
Dicen que el diablo es astuto pero en esos momentos no lo creí, pudo mejorar, hacerlo bien, terrorífico pues, ¿y me sale con la jalada de “no quiero tu dinero quiero tu alma”? Pendejo. Tantos siglos asechando en la tierra y no ha aprendido nada, o a lo mejor era lo que necesitaba para engañar a un ingenuo como yo. Vale pues, algo va a ofrecerme, bucks, nenas, fama, rock ΄n΄roll. Entrando al depa se transformó, de repente ya no era el repartidor feo porque dicen que el diablo no es feo ni tonto, sino todo lo contrario. Total que ya estaba en mi casa un tipo como Tom Cruise o Ian Somerhalder o ya que está de moda Robert Pattison en fachas cool, osea que si entraba alguien podía tener pinta de amigo me lo quedé viendo descaradamente, si yo hubiera sido mujer ya me lo hubiera llevado a mi cuarto así sin más y me valía que fuera Don Luci.
.Tengo aspecto de hombre porque si me presento como mujer se te embota la cabeza y eso es trampa para firmar un contrato.
Joder, este tío venía tremendo, le tenía que importar bastantito mi alma para andar leyéndome el pensamiento, y mira que mis pensamientos no andan en orden, te metes a mi cabeza y ves pura porquería, aunque no todo es de mi propiedad, el diablo tiene buen marketing, osea, ya lo había comprado antes de verle la jeta de actorcillo de Hollywood. Pero luego pensé ¿y porqué no habría de seducirme y hacer trampa si él es quien la inventó?
-Porque quiero que te pierdas tú solo. Así el Llaves ya no te recibe.
Andaba en mi mente segurísimo, yo armando una pachanga en conjeturas mentales y viene éste a responderme en voz alta. Osea que quería que yo me fuera a pique solo, entonces era cierto lo que decían, Don Luci es listillo el condenadillo, viaje sin regreso al infierno. Perfectirijillo.
-¿El Llaves?-me imagine los apodos de san Pedro.
-Sí, el de allá arriba, el Juez. Pensé que eras más inteligente por la asociación de palabras.
Me humilló, y que quieres, soy orgulloso, ¿quería jugar? Pues juego.
-Así me gusta, que seas dócil.
Sonrió malvadísimamente como ya saboreándose la victoria; eso me repunteó el hígado, bueno no sé si la palabra repuntear exista pero yo lo digo como algo que te puntea y te puntea hasta que te jode y éste se burlaba de mi orgullo
-Te tengo un trabajito, una cosita de nada, hay una nenita en Birmingham que sigue siendo virgencita.
-¿Nada mas eso? Para eso no necesitas que te firme nada, ponle unos violadores y con eso basta.
Nada más de decir eso me sentí mal, a fin de cuentas Don Luci me daba un poquitín de miedo, pero no por desvirgar a alguien compro un boleto sin retorno a la ciudad de nuestro señor Sata, eso se hace gratis.
-No es cualquier mocosita te advierto, la nenita es hetaira.
Ahí estaba el problema, una mujer difícil de alguna manera cede, pero lo que más me gustaba y se me hacía raro en Luci es que era culto el buen mozo y no decía groserías a comparación mía, ¿sino porque crees que te estoy contando esto ahorita? Por pinche grosero.
-Ahora va a resultar como el de la puta tan fea que murió virgen.
-Algo hay de eso, nada más que esta no es nada fea.
-¿Y de que viene el trato? ¿Qué me vas a dar a cambio? Porque te hago lo que sea, nomás llégame a la tasa de interés.
-Dime que quieres.
-Dime primero que debo hacer. Que tal si te pido las perlas de la corona y resulta que tengo que hacer bajezas.
-Ya te habías tardado en ponerte listo, pues muy fácil, te infiltras entre sus amigas, trabajas con ella, y ya con eso me la tienes empaquetada para recibirla por la puerta de atrás.
Osea que las meretrices se van al infierno, y yo que pensaba que iban al cielo por hacer obras de caridad.
-¿Cómo que trabajo con ella? ¿Me le encimo de a fuerza?
-No seas tonto, eso lo hace cualquiera. Voy a darte ciertas cosas para que te conviertas en mujer y seas su compañera para malinfluerciarla, luego serás hombre otra vez y con eso cae.
-¿Travestirme yo? Para eso tiene a sus compañeras pirujas, yo no me meto en eso.
-Dijiste que harías lo que sea con tal de llegarte al precio. En el fondo tienes algo de mesalina.
¿Cómo replicar a mi mismo?
-Okei, te salgo barato si quieres, vivir hasta los 150 para ver el nuevo siglo con el mismo aspecto que tengo, que nunca se me acabe el dinero, conocer a los rockeros famosos como Cerati, Keith Richards, Paul McCartney, Bob Dylan y hasta Bono junto con otros astros, y las mujeres más guapas y sexys.
-¿Amor no pides?
-No, a menos que me salve de ti.
-Imposible, esa es una cláusula en el contrato, “no redención posible con amor verdadero o misericordia divina”
Perro mundo, hasta Luci recurre a la letra pequeña, ¿cuántos abogados corruptos tendrá allá abajo?
-¿Dónde firmo?
Imbécil, pécora, rata de alcantarilla podrida, cucaracha escupida, bastardo traidor, ¿qué me costaba no firmar? Una vida tranquila y a lo mejor las meretrices de United Kingdom pasaban como bala perdida y yo ni enterado a menos que la necesidad apremie. Firme con mi sangre ¿qué tonto no crees? Pero fue con al sangre de mi frente y no con la de mis dedos porque como dijo Luci, le importa más mi mente que lo que haga con mis manos que no es poco.
Luego me dio una serie de paletas, como las de cajeta, unas para hacerme mujer y otras para hacerme hombre; total que me llevó a Birmingham en tren, que para que pensara bien lo que tenía que hacer, o más bien para que le diera tiempo a él de decirme todo su plan, osea todo un chorizo de instrucciones, pero tenía que hacer caso. Cuando llegamos entramos a un baño, y me encerró en uno de los cubículos, tuve la mala sensación de que me iba a hacer algo, como quitarme un dedo o marcarme como vaca, pero en lugar de eso se transformó a tal y como le lo imaginaba, altísimo, dos metros o tal vez más, su piel estaba como quemada, tenía patas de macho cabrío como extremidades y cuernos afiladísimos, de una sola embestida podía ensartarme en uno y aún podía bajarme a través de ellos como Vlad el Empalador, el rostro era el más horrible que haya visto, para ser el más hermoso de los ángeles ahora no lo parecía.
-Te doy gusto-habló con voz de trueno-todo el camino no parabas de pensar en eso, y aquí me tienes, habla bien de mi.
Me dio una bofetada y desapareció apestando a azufre…y a mí tirado en el piso del baño. Me encontró un tío como de mi edad que me veía como idiota, pero de lo que no me acordaba era que antes de entrar al baño Luci me obligó a comerme una de las paletas, así que ahora estaba en el piso una versión mía pero femenina, por eso me veía raro el tío ese.
-¿Tiene algo señorita? ¿Está bien?
Me levante en chinga, y cuando me vi en el espejo había una versión femenina mía, porque ya era mujer, para que te des cuenta de lo rápido que me acomodé a mi nueva condición, imagínate a una pobre muchachita de veinte años tirada y sin saber que onda en el baño de hombres con un tipo que me llevaría cerca de cinco años ¿qué sucede? Pues se la lleva a su casa angustiada e inocente aceptando dinero para que se compre ropa la pobrecita (como mi ropa ya no me quedaba tuve que decir que mi novio me forzó y me escapé con su ropa) para después invitarla a comer. Nada más piénsalo; lo que si no preví fue que al tipo ese le gustara, como mujer digo, porque como hombre de entrada ya le hubiera caído mal, nada más con ver sus ojos posarse sobre mis pechos (que feo se oye en mi, mis pechos) con la ropa de niña nice que me compró, así que cuando intentó besarme me levanté bien mamón y me fui. Como el tipo éste tuvo la precaución de llenarme la bolsita de money tomé un taxi y le pedí que me llevara a la dirección que me dio Don Luci que resultó ser una pensionita, chiquita y mugrosita, bueno tú la conoces mejor que yo, cuando toqué la puerta y me abriste, el alma se me fue a los pies, ya no sabía si cumplir el encargo de tu jefe el Sata o quedarme ahí esperando el castigo por andar dejándome convencer, aunque de todas formas iba a ir a parar al infierno, sólo que si me iba con Luci, iba a sufrir más.
Seguramente te dio lástima la cara de pendejete que puse porque sonreíste y me hiciste sentir peor. Pensaba, no mames, ésta mujer es un ángel bajado del cielo y por mi pinche avaricia la voy a mandar al agujero; pero después me cachó Don Luci en la movida porque me mandó un pensamiento nefasto: primero fíjate si vale la pena rajarse, no me vaya a salir una mujer sin entrañas que no afloja porque se siente una archiduquesa entre tantas zorras.
Como recordarás solté mi historia ensayada en el tren: que no tenía dinero, que no sabía que hacer y las arañas. Cuando me dijiste que ese camino no era para mí porque estaba muy guapa y parecía modelo, quise echarme a llorar, en cuanto te vi supe que no habías escogido el camino de la calle nomás por calentona sino por necesidad como muchas. Pendejo de mí. Apenas pagabas la renta con manoseos, pensé ¿Qué me costaba no firmar? Pero ni modo, ya estaba jodido; me sentía entre la espada y la pared, no quería hacer enojar al de allá abajo, pero tampoco te quería mandar para allá de a gratis, me quedaba mandar al carajo el contrato y así ni él ni yo ganábamos y sólo me restaría esperar el veredicto del señor juez. Me recordaba a cuando esperaba con terror la firma de boletas sabiendo de antemano que tenía algunos seises y un cinco siendo como era estudiante modelo.
No sabrás el horror o la pena que pasé cuando me puse la ropa que mostraba mis carnes con el frío que hacía la primera noche tremendas repercusiones en el top. Tomé la resolución de sólo dar la probada como tú, pero antes siquiera del primer cliente al poner el pie en el boulevard Luci volvió con el mismo disfraz.
-No te conocía tan pío. Mira que desertar en la primera noche y con lo guapo que te pusiste.
-¿No hay punto medio en el contrato? ¿Ni tú ni yo?
-Haría una excepción por ser tú, pero no, o gano yo o gano yo.
-Vale pues, llévame ya entonces, ponerme siquiera esta ropa y salir ya es pecado.
-No puedo, todavía traes el cordón umbilical en la misma forma que antes tenía yo. Pero cuando cumplas tu parte vendré por ti y ni idea tendrás a quien enviaré pero él te reconocerá aún cuando estés como mujer, porque por tu carita no será.
Se largó el ojete dejándome del color de la pared, bueno de esa pared no porque estaba hollinada, pero imagínate la pared de la casa de locos ¿verdad que tenía cara de muerto? Si de por si soy blanco con esa amenaza quedé como vampiro hambriento, pero eso significaba que Luci ya no estaba siendo tan amable y que estaba encabronadísimo conmigo, moderadamente of course, pero su cortesía era una manera de mantener distancia para evitarse confiancitas y si preguntas que cuál cordón umbilical, éste no podía ser otro que mi queridísimo ángel de la guarda y claro, a Luci le ha de haber repunteado hasta la punta del cuerno verse en el espejo del tiempo, no me vayas a decir que las mujeres no hacen su mohína cuando ven a alguien más joven, por eso en parte son hijas del tío Sata.
Las noches siguientes fueron horrendas, no, peor que horrendas, imagínate a una cucaracha saliendo de un excremento de vaca ¿verdad que da asco y hasta volteas la cara? Pues eso era sólo una pizquita de mis noches, mientras tú seguías en tu estado de maría, yo andaba con cada pinche Horny que se le ocurrían atroces versiones de los libros indios eróticos o con algún sádico que le daba por pegarme y hasta traía atuendo y todo el rollo, pero eso no era lo peor, ¿te imaginas lesbiana? (dejando aparte esa vez) ¿verdad que no? Pues así estaba yo, queriendo vomitar con cada vejete de nalgas aguadas siendo yo joven y además hombre. A veces me tocaban mujeres, desviadas, pero eran menos y yo sin arma, me daban ganas de echarle el guante a las paletas pero todavía no cumplía mi cometido y ya habían pasado una semana llena de asquerosidades; y no iba a soportar otra, primero me iba al infierno lo cual era una ironía porque ahí iba a parar de todos modos.
Fue cuando llegó ese día, volví de la calle y te estabas cambiando, me quedé paralizado tu torso estaba sin más abrigo que tus cabellos y te percataste de mi cara de horny girl porque te tapaste, pero yo ya no tenía de donde agarrarme y ¡pas! Me solté, disculpa que al principio te lo haya hecho pasar mal, pero ya no me pude aguantar y supe que también me querías a tu manera porque me correspondiste el beso pero evitaste lo demás, hubieras visto tu cara cuando tomé una de las paletas y me mostré tal cual era, has de haber pensado que yo podía ser Don Luci porque gritaste mucho y me golpeaste ¿te acuerdas? Ya después medio zanjada la cuestión que quedó clara hasta hoy hiciste justo lo que el tío Sata y yo queríamos (por ese orden) dejar de ser sólo María y empezar a ser más como María Magdalena . Nunca pasé noche más exquisita que esa, y pensaba: por más noches como ésta obedecer a Luci no será tan difícil ¿y qué crees? que desde ese día todo empezó a ir mejorcito, me llovían libras de todos los lugares quien sabe como, una vez andaba de paseo y que me encuentro a Paul McCartney así sin escolta ni nada, otro, me encontré a Keith Richards y en el peor de mis días me encontré a Bono podían ser espejismos, pero eran espejismos muy reales y no me quejé; le seguiría con la lista pero son tantos rockstar que temo aburrirte. Tus compañeras pirujas andaban tras de mi, y algunas otras que hasta eran modelos me rogaban, algo que en mi cerda vida me había pasado ¿pero para que las quería a ellas si ya te tenía a ti? Que fue lo único que no le pedí a Luci y llegó solito. Después de pensar esto me quedé de una pieza, se me hizo raro que de la nada me llegara el amor sin haberlo pedido, a menos que Dios me quisiera demasiado a pesar de renegar de Él como para mandarte a ti. Esa debió ser una señal, pero yo pendejo como estaba babeando por ti, no hice mucho caso a ésta reflexiones: si Don Luci no me había prometido amor y ya no era hijo de Dios entonces no me querías bien o algo tramabas; de alguna parte me llegaban las voces de mis preceptores curas, serpientes, manzanas, encarnaciones de Dalila, criaturas abominables hijas de Don Sata y quien sabe que más, pero como te dije, hice oídos sordos ¿cómo iba a saber quien eras tú?
Todas estas dudas se arreglaron en una noche, en un momento, ya había pasado un mes en el que te habías deshecho de tu honra en mi cuerpo y te estabas volviendo experta o al menos eso creía yo, cuando en pleno show llegó Don Luci a leerme la cartilla. Aguafiestas cabrón, dije, y ahí me jodí. Vi que pusiste cara de sorpresa y de miedo, yo pensaba que era por haber visto al Sata aparecer en lo más bueno del espectáculo ¿que estúpido no? Pensar que sólo conmigo hacía tratos el pendejete este. No le digas lo que dije. En eso veo que buscas debajo de la cama y sacas un puñalito muy bonito y me lo clavas llorando. Me dolió un montón aunque no haya gritado, me sentí como pavo en navidad tomado por sorpresa para trinchar; fue un dolor horrible, y sentí que mi interior se iba para abajo, me entró un frío tremendo y cerré los ojos.
Desperté en un lugar sin temperatura, desnudito y apendejado, vi a un tío alto junto a mi que me miraba con lástima y tristeza, nada más con verle los ojos supe que era mi ángel y dije, madres, si éste me está viendo así es porque ya chafié, y dicho y hecho, me dijo bien solemne aunque no le vi abrir los labios, no tienes derecho a juicio. Te vas directo.
Me sentí solitito, y abandonado, vaya con el ángel, ese si era un caballero. Empecé a gimotear como marica, me sentía estafado sin saber porqué, Luci no me dijo que me iban a matar.
-Ah, ¿no te lo dije?-me preguntó bien quitado de la pena y yo con ganas de partirle el hocico al cabrón.- Es que a ella también le prometí mucho porque ya se había cansado de putear.
-Rewind… ¿qué no era virgen?
-¿Y me creíste? De verás te pensé listo.
Soltó una carcajada malévola y me estremecí de miedo.
-Ya era putita, me pidió amor y se lo dí, sólo que tenía que matar al tipo con quien se acostara y cuando yo me apareciera dijera aguafiestas cabrón
¿Ves porqué te digo que estoy aquí por pinche grosero?
- Tú me pediste dinero, rockeros, mujeres y te los dí ¿qué más querías? Ahora me toca cobrar.
Maldito cabrón, hasta ahora saca el cobre, pensé, eso no me lo dijo ni yo lo leí en el contrato, hubiera contratado a un abogado aunque sea del Poli para lidiar con ese hijoputa traidor.
jueves, 16 de junio de 2011
De los elogios a una mujer
Es decir, yo sé que ustedes creen que saben cómo elogiar a una dama, pero no falta el incauto que dice cosas de más, o peor, que no dice nada. Hace unos días una de mis amigas llegó a la escuela guapísima, es decir, más que de costumbre, pero lo que me sorprendió fue que llevara una blusa ligera, la cual casi casi ponía al descubierto sus senos que no son poco pequeños. Obvio llamaba la atención, y obvio me quedé flasheado.
-¿Cuál es la ocasión?-pregunté.
-¿De qué?-contestó.
-La ocasión en la que decides desplegar tu encanto.
Y claro, se sonrojó.
-Hoy voy a ver a un amigo al que quiero mucho.
-Ah, vaya, me alegro por él.
-Gracias.
O sea, le dije, lindo escote, lindas gracias, que suerte la de tu chico ¿ajá? Sin caer en vulgaridades y sin mencionar ninguna de las palabras anteriores.
I mean, ya sé que igual no les importa que se pongan las mujeres, que ya estén hartos de bolsos y zapatos, que ya se cansaron de esperar horas afuera del probador solo para decir 2te ves bien” y que ella no te crea, que te pidan pintarle las uñas y sostenerles el alud de ropa para probar, que te dejen esperando media hora en su casa hasta que estén listas, y que les tengas que abrochar el sostén –aunque igual eso no es tan malo-.
Total, mi amiga iba muy feliz por los pasillos pensando en la cara que pondría su prospecto al verla. Yo pensé que iba a poner cara de zombi pendejo o algo parecido, pero no. Es decir, sé que verlas directamente a los ojos inferiores es de nacos, pero es bueno que sepan que ya te diste cuenta ¿ajá? Pero el tipo este, como si estuviera frente a un costal de papas:
-Hola… que tal… ¿hiciste el trabajo?...qué bien… adiós.
O sea, ¿qué clase de tipo era para no ver a una guapa chica frente a él y que casi lo perfora con la mirada? Mi amiga se quedó atónita y yo también, vaya, si a mí una chica que sé que le gusto llega con esa ropa, actitud y porte, por mucho que no me guste le elogio el esfuerzo con respuestas tipo:
-Bonita blusa-aunque no entiendas la diferencia entre blusa y playera.
-Guau, te bañaste si cambias ¿eh?-haciéndole entender que se ve bien, pero esto sólo si le tienes confianza.
-¿Son mis ojos o te arreglaste?
-Oh pensé que eras… cualquier famosa a la que se medio parezca, exemple: si es llenita, Oprah; si es delgada, Nina Dobrev; si es curvilínea, Jennifer Lopez o wherever.
Todo esto, mínimo para que piense, “oh, me notó, sabe que existo”. Pero el wey ese había tenido un affaire con ella, habían coqueteado, se gustaban… o sea, tenían antecedentes y el tipo ni la peló.
Cuando las chicas se visten sexys y les preguntas porqué, pueden dar mil pretextos: hace calor, ya no tenía ropa limpia, fue lo primero que encontré o wherever; son excusas porque ellas saben por qué se lo ponen, cuando se lo ponen y sobre todo, para quien se lo ponen. Así que dejar pasar una mujer lindamente vestida, es una grosería, porque además le subes la autoestima… a menos que sea sorry y siempre se vista así. Pero si no, no veo por qué no decirle a las chicas que se ven bien cuando en realidad se ven bien o se ve que se esforzaron en su atuendo; es una galantería de nuestra parte hacerlo para no dejarlas como si se hubiera puesto unos harapos.
Y… hay casos en los que la chica anda hot y se viste así para ver qué pesca, parece que no, pero las mujeres andan en celo con mucha frecuencia y sobre todo con chicos que les gustan o con quienes ya tuvieron alguna aventura; en este caso, no ponerles atención, es para ellas un desplante y para que te vuelvan a hacer caso cuando a ti se te da la gana va a estar en chino. Eso sí, se debe tener iniciativa porque al menos la mayoría no es tan abierta mentalmente o ya está harta de hacerlo ella y quiere sentirse mujer. Ya ella te dirá hasta donde parar y no se hagan necios, porque si no, nunca de los nuncas los dejarán mínimo tomarlas de las manos
-¿Cuál es la ocasión?-pregunté.
-¿De qué?-contestó.
-La ocasión en la que decides desplegar tu encanto.
Y claro, se sonrojó.
-Hoy voy a ver a un amigo al que quiero mucho.
-Ah, vaya, me alegro por él.
-Gracias.
O sea, le dije, lindo escote, lindas gracias, que suerte la de tu chico ¿ajá? Sin caer en vulgaridades y sin mencionar ninguna de las palabras anteriores.
I mean, ya sé que igual no les importa que se pongan las mujeres, que ya estén hartos de bolsos y zapatos, que ya se cansaron de esperar horas afuera del probador solo para decir 2te ves bien” y que ella no te crea, que te pidan pintarle las uñas y sostenerles el alud de ropa para probar, que te dejen esperando media hora en su casa hasta que estén listas, y que les tengas que abrochar el sostén –aunque igual eso no es tan malo-.
Total, mi amiga iba muy feliz por los pasillos pensando en la cara que pondría su prospecto al verla. Yo pensé que iba a poner cara de zombi pendejo o algo parecido, pero no. Es decir, sé que verlas directamente a los ojos inferiores es de nacos, pero es bueno que sepan que ya te diste cuenta ¿ajá? Pero el tipo este, como si estuviera frente a un costal de papas:
-Hola… que tal… ¿hiciste el trabajo?...qué bien… adiós.
O sea, ¿qué clase de tipo era para no ver a una guapa chica frente a él y que casi lo perfora con la mirada? Mi amiga se quedó atónita y yo también, vaya, si a mí una chica que sé que le gusto llega con esa ropa, actitud y porte, por mucho que no me guste le elogio el esfuerzo con respuestas tipo:
-Bonita blusa-aunque no entiendas la diferencia entre blusa y playera.
-Guau, te bañaste si cambias ¿eh?-haciéndole entender que se ve bien, pero esto sólo si le tienes confianza.
-¿Son mis ojos o te arreglaste?
-Oh pensé que eras… cualquier famosa a la que se medio parezca, exemple: si es llenita, Oprah; si es delgada, Nina Dobrev; si es curvilínea, Jennifer Lopez o wherever.
Todo esto, mínimo para que piense, “oh, me notó, sabe que existo”. Pero el wey ese había tenido un affaire con ella, habían coqueteado, se gustaban… o sea, tenían antecedentes y el tipo ni la peló.
Cuando las chicas se visten sexys y les preguntas porqué, pueden dar mil pretextos: hace calor, ya no tenía ropa limpia, fue lo primero que encontré o wherever; son excusas porque ellas saben por qué se lo ponen, cuando se lo ponen y sobre todo, para quien se lo ponen. Así que dejar pasar una mujer lindamente vestida, es una grosería, porque además le subes la autoestima… a menos que sea sorry y siempre se vista así. Pero si no, no veo por qué no decirle a las chicas que se ven bien cuando en realidad se ven bien o se ve que se esforzaron en su atuendo; es una galantería de nuestra parte hacerlo para no dejarlas como si se hubiera puesto unos harapos.
Y… hay casos en los que la chica anda hot y se viste así para ver qué pesca, parece que no, pero las mujeres andan en celo con mucha frecuencia y sobre todo con chicos que les gustan o con quienes ya tuvieron alguna aventura; en este caso, no ponerles atención, es para ellas un desplante y para que te vuelvan a hacer caso cuando a ti se te da la gana va a estar en chino. Eso sí, se debe tener iniciativa porque al menos la mayoría no es tan abierta mentalmente o ya está harta de hacerlo ella y quiere sentirse mujer. Ya ella te dirá hasta donde parar y no se hagan necios, porque si no, nunca de los nuncas los dejarán mínimo tomarlas de las manos
lunes, 23 de mayo de 2011
Miss Sunshine
Mi papá suele tener amigos muy nice. Cuando yo nací, un amigo suyo le dijo que su esposa esperaba una niña. Y con eso empezaron a planear emparentase, con la niña y conmigo of course. Le pusieron Chantal y en cuanto nació, lo primero que hicieron fue llevarme al cunero a verla. Yo tenía como cinco meses y ya me andaban prometiendo a una mocosita que ni siquiera conocía, o peor aún, no tenía conciencia para conocer.
Pasaron los años y Chantal asistía a todas mis fiestas de cumpleaños, así como yo a las de ella. Ella era una niña rubia con trencitas y muy agradable, o al menos hasta que entró a la adolescencia y se volvió la típica rubia desabrida, anoréxica, estirada ¿aja? Aún así mis papás y los suyos querían emparentarse sin importar que yo no la soportara.
En sus quince años tuve que ser su principal acompañamiento con un asqueroso tono dorado en .la corbata y ella brillaba tanto que lastimaba los ojos. Le puse Miss Sunshine y se enojó. Si hasta ese momento me había soportado, desde entonces me odió.
Cuando cumplí dieciocho años, no la invitaron, fue una fiesta puramente masculina. La disfruté mucho. Pero cuando llegaron los dieciocho de Chantal sus padres y los míos me pidieron llevarla a un “antro”, yo odio esas cosas, pero ella no. En cuanto entramos ella se perdió y al final de la noche la encontré en el baño vomitando. La llevé a su casa y me dieron las gracias por no haber tomado yo.
A los diecinueve, Miss Sunshine parecían habérsele bajado los humos. Tal vez porque tenía que repetir su último año de bachillerato y me pedía ayuda. Hubo un momento en que cuando me disponía a ir a su casa para dejarle su obsequio antes de que se fuera a su noche de chicas, mi padre me apartó de la mirada de mi madre y me metió un paquete de condones en el bolsillo interno de la chamarra, después me prestó las llaves del coche y me fui. Extrañamente, cuando llegue a casa de Miss Sunshine, sus padre me pidieron que les hiciera el favor de llevarla a la casa de su amiga; accedí y en el coche le di su obsequió, era un bolso azul –que mi madre definió como precioso- y a pesar de que no lo había elegido yo, ella me dio gracias muy efusivamente. Con decirles que al siguiente semáforo, ella me besó. En fin. Llegamos a la casa de su amiga y me despedí de ella cuando extrañamente la anfitriona me invitó a festejar con ellas. Muy cortésmente dije que no porque era un anoche de chicas y seguramente iba a terminar con las uñas y las cejas depiladas. Sin embargo, como la chica me caía bien e insistió tanto que al fin accedí no sin antes llamarle a mi padre quien increíblemente aceptó encantado.
Así pues, entré, y mientras yo esperaba ver revistas de quinceañera y peluches de osito, me encontré en un departamento libre de padres y con chicas con prendas ligeras. Ninguna se asustó al verme por lo que empecé a sospechar si todo eso no había sido planeado. Así que cuando fui a la cocina por un vaso de agua, Miss Sunshine me metió al armario de escobas, y ansiosa, me estrenó. Que casualidad que ella sabía donde estaban los condones de mi chamarra y que casualidad que ninguna de sus amigas entró en esos momentos aunque hayan sido mínimos. Yo ya estaba pidiéndole una disculpa cuando ella me dijo que no importaba y se fue.
Yo me quedé de una pieza. Mi padre y el suyo seguramente habían hablado y no me dijeron nada los muy miserables. O tal vez para que me tomara por sorpresa y no me aprovechara para que la única agasajada fuera ella.
Todavía pensando en eso, salí corriendo entre un barullo de risas bobas y me fui a mi casa aún asustado.
A los veinte, me rebelé, quise hacer mi propia fiesta, pero como sucede con la mayoría de mis planes, me salió mal y me quedé relegado en mi cuarto sin que nadie se acordara de mí. Ya en la noche mi madre fue corriendo a la pastelería y mi padre tartamudeaba algo de un coche, ¿y cómo iba a estar Miss Sunshine? Furiosísima porque no le podían dar un coche a ella debido a sus múltiples choques
A los veintiuno, mi padre puso su alarma en el celular para no tener que darme otro regalo grande y organizó una fiesterilla desde un mes antes… con globos, mesas de colores y Miss Sunshine por supuesto, nada más le faltaron los payasos.
Después de que todos los hijos de los amigos de mi papá se rieron con ganas de mi tarta en forma de campo de futbol, me retiré a mi cuarto muy triste sin abrir siquiera a mi madre que fue a preguntarme que ocurría.
Lo que aún no me explico, es porqué le abrí la puerta a Miss Sunshine. Tal vez por los buenos tiempos de la niñez o por querer desquitarme con alguien. Fue la primera y última vez que me llamaron “mi amor” y “te quiero mucho”. Sigo sin saber porque. También fue la primera vez que me besaron de verdad y la primera vez que me sentí muy, muy solo en cuanto ella se fue.
Después supe que ella se embarazó de un compañero de su universidad fresa y tuvieron que casarse. No fue mío y se lo achacó a él si es lo que están pensando.
Me invitaron a su pomposa boda y después me enteré que se fueron a Europa a trabajar gracias a los contactos del papá de él. Recuerdo que la madre de Miss Sunshine me daba palmaditas en el hombro cuando estábamos en la iglesia, y Chantal fue la comidilla de sus amigas porque pensaron que a fin de cuentas se iba a casar conmigo. Y la decepción de mi padre y la vergüenza del suyo porque Miss Sunshine no se casó con el hijo de su amigo.
Años después, cuando terminé la carrera, me fui a Francia a hacer mi doctorado. Ahí viví mucho tiempo con una amiga de la universidad hasta que decidimos adoptar a un niño alemán.
Un día, un hombre llegó a la editorial en la que trabajaba, se decía que era un administrador mexicano muy rico que quería escribir un libro de su especialidad. Fui su colaborador y nos hicimos amigos hasta que una noche él me invitó a cenar en compañía de su mujer para que también conociera a la mía. Accedí muy complacido y agregó que podía llevar a mi hijo ya que él tenía una hija de más o menos su edad y podrían jugar.
Al llegar a su casa cual no fue mi sorpresa al ver a Miss Sunshine poniendo la mesa con la ayuda de una empleada suya. Ella se sorprendió al verme y yo me volví hacia su esposo a quien no había reconocido detrás de la barba y los anteojos respetables, mientras él me veía seguramente pensando lo mismo de mi cabello negro en lugar de castaño y de mis gafas sin armazón. Lo cierto es que casi no nos vimos el día de la boda y él nunca me dijo el nombre completo de su esposa.
Cuando entró su hija, casi vi a Miss Sunshine cuando tenía siete años, y al verla, mi pequeño Fritz nos dijo:
-Mami, papi, esa niña parece Sonnenschein.
Observé a Chantal, a su marido y luego a mi mujer. A final de cuentas sí íbamos a ser una familia.
Pasaron los años y Chantal asistía a todas mis fiestas de cumpleaños, así como yo a las de ella. Ella era una niña rubia con trencitas y muy agradable, o al menos hasta que entró a la adolescencia y se volvió la típica rubia desabrida, anoréxica, estirada ¿aja? Aún así mis papás y los suyos querían emparentarse sin importar que yo no la soportara.
En sus quince años tuve que ser su principal acompañamiento con un asqueroso tono dorado en .la corbata y ella brillaba tanto que lastimaba los ojos. Le puse Miss Sunshine y se enojó. Si hasta ese momento me había soportado, desde entonces me odió.
Cuando cumplí dieciocho años, no la invitaron, fue una fiesta puramente masculina. La disfruté mucho. Pero cuando llegaron los dieciocho de Chantal sus padres y los míos me pidieron llevarla a un “antro”, yo odio esas cosas, pero ella no. En cuanto entramos ella se perdió y al final de la noche la encontré en el baño vomitando. La llevé a su casa y me dieron las gracias por no haber tomado yo.
A los diecinueve, Miss Sunshine parecían habérsele bajado los humos. Tal vez porque tenía que repetir su último año de bachillerato y me pedía ayuda. Hubo un momento en que cuando me disponía a ir a su casa para dejarle su obsequio antes de que se fuera a su noche de chicas, mi padre me apartó de la mirada de mi madre y me metió un paquete de condones en el bolsillo interno de la chamarra, después me prestó las llaves del coche y me fui. Extrañamente, cuando llegue a casa de Miss Sunshine, sus padre me pidieron que les hiciera el favor de llevarla a la casa de su amiga; accedí y en el coche le di su obsequió, era un bolso azul –que mi madre definió como precioso- y a pesar de que no lo había elegido yo, ella me dio gracias muy efusivamente. Con decirles que al siguiente semáforo, ella me besó. En fin. Llegamos a la casa de su amiga y me despedí de ella cuando extrañamente la anfitriona me invitó a festejar con ellas. Muy cortésmente dije que no porque era un anoche de chicas y seguramente iba a terminar con las uñas y las cejas depiladas. Sin embargo, como la chica me caía bien e insistió tanto que al fin accedí no sin antes llamarle a mi padre quien increíblemente aceptó encantado.
Así pues, entré, y mientras yo esperaba ver revistas de quinceañera y peluches de osito, me encontré en un departamento libre de padres y con chicas con prendas ligeras. Ninguna se asustó al verme por lo que empecé a sospechar si todo eso no había sido planeado. Así que cuando fui a la cocina por un vaso de agua, Miss Sunshine me metió al armario de escobas, y ansiosa, me estrenó. Que casualidad que ella sabía donde estaban los condones de mi chamarra y que casualidad que ninguna de sus amigas entró en esos momentos aunque hayan sido mínimos. Yo ya estaba pidiéndole una disculpa cuando ella me dijo que no importaba y se fue.
Yo me quedé de una pieza. Mi padre y el suyo seguramente habían hablado y no me dijeron nada los muy miserables. O tal vez para que me tomara por sorpresa y no me aprovechara para que la única agasajada fuera ella.
Todavía pensando en eso, salí corriendo entre un barullo de risas bobas y me fui a mi casa aún asustado.
A los veinte, me rebelé, quise hacer mi propia fiesta, pero como sucede con la mayoría de mis planes, me salió mal y me quedé relegado en mi cuarto sin que nadie se acordara de mí. Ya en la noche mi madre fue corriendo a la pastelería y mi padre tartamudeaba algo de un coche, ¿y cómo iba a estar Miss Sunshine? Furiosísima porque no le podían dar un coche a ella debido a sus múltiples choques
A los veintiuno, mi padre puso su alarma en el celular para no tener que darme otro regalo grande y organizó una fiesterilla desde un mes antes… con globos, mesas de colores y Miss Sunshine por supuesto, nada más le faltaron los payasos.
Después de que todos los hijos de los amigos de mi papá se rieron con ganas de mi tarta en forma de campo de futbol, me retiré a mi cuarto muy triste sin abrir siquiera a mi madre que fue a preguntarme que ocurría.
Lo que aún no me explico, es porqué le abrí la puerta a Miss Sunshine. Tal vez por los buenos tiempos de la niñez o por querer desquitarme con alguien. Fue la primera y última vez que me llamaron “mi amor” y “te quiero mucho”. Sigo sin saber porque. También fue la primera vez que me besaron de verdad y la primera vez que me sentí muy, muy solo en cuanto ella se fue.
Después supe que ella se embarazó de un compañero de su universidad fresa y tuvieron que casarse. No fue mío y se lo achacó a él si es lo que están pensando.
Me invitaron a su pomposa boda y después me enteré que se fueron a Europa a trabajar gracias a los contactos del papá de él. Recuerdo que la madre de Miss Sunshine me daba palmaditas en el hombro cuando estábamos en la iglesia, y Chantal fue la comidilla de sus amigas porque pensaron que a fin de cuentas se iba a casar conmigo. Y la decepción de mi padre y la vergüenza del suyo porque Miss Sunshine no se casó con el hijo de su amigo.
Años después, cuando terminé la carrera, me fui a Francia a hacer mi doctorado. Ahí viví mucho tiempo con una amiga de la universidad hasta que decidimos adoptar a un niño alemán.
Un día, un hombre llegó a la editorial en la que trabajaba, se decía que era un administrador mexicano muy rico que quería escribir un libro de su especialidad. Fui su colaborador y nos hicimos amigos hasta que una noche él me invitó a cenar en compañía de su mujer para que también conociera a la mía. Accedí muy complacido y agregó que podía llevar a mi hijo ya que él tenía una hija de más o menos su edad y podrían jugar.
Al llegar a su casa cual no fue mi sorpresa al ver a Miss Sunshine poniendo la mesa con la ayuda de una empleada suya. Ella se sorprendió al verme y yo me volví hacia su esposo a quien no había reconocido detrás de la barba y los anteojos respetables, mientras él me veía seguramente pensando lo mismo de mi cabello negro en lugar de castaño y de mis gafas sin armazón. Lo cierto es que casi no nos vimos el día de la boda y él nunca me dijo el nombre completo de su esposa.
Cuando entró su hija, casi vi a Miss Sunshine cuando tenía siete años, y al verla, mi pequeño Fritz nos dijo:
-Mami, papi, esa niña parece Sonnenschein.
Observé a Chantal, a su marido y luego a mi mujer. A final de cuentas sí íbamos a ser una familia.
lunes, 28 de marzo de 2011
De Morganas y del primer novio
Pinche cerdo hijo de puta. Eso han de pensar las chicas cuando recuerdan a su primer novio. Yo, cada que me acuerdo de él, me sentía raro, seguramente lo que sienten los hermanos por sus hermanas o un tío celoso con ve a la que cree su chica con otro wey.
Igual y éramos muy chicos. Quince, dieciséis. Idiotitas a fin de cuentas. Pero el wey ese no era nada menso, o sea, sí lo era pero a su manera. Se entiende –y sobre todo yo- que a los quince empiezan a brotar las hormonas y a huevo las quieres usas, I mean, no importa con quien lo importante es hacerlo, y Fenja no era precisamente guapa en esa época de su vida. Años después sí. Pero aún así, no me explico como la idiota se lo fue a contar a su hermana. Yo por experiencia le había dicho “No confíes en las Morganas”. Pero ni caso. En fin, cuando me contó que le había contado a su querida hermana pensé: Pendeja. Y tuve razón porque después le pregunté: “Seguro se puso contenta y te pidió precaución o wherever que se digan las hermanas. Me dijo: No, no fue amable, dijo que tenía la piel reseca, vellitos en la nariz y labios feos. Yo estaba que no le creía, porque según ella, su Morgana era cool con ella. Pero me vino a dar la razón con respecto a las Morganas. Como ya dije, en ese entonces no sólo no destacaba por su belleza, sino que también era tonta e ingenua. Dirán que soy cruel, pero así era, claro que después se definió bien su rostro, se cortó el cabello diferente, moldeó su figura y muchos etc.
Pues así era. El pedo fue que yo me di cuenta de algo y ella no. O tal vez, no sé. Pero noté que a su hermana le molestó saber que ella tuviera novio, dirán que a mor de hermanas y las arañas, pero yo sabía un secretito de esa mujer: Durante toda su vida había sido perseguida por los hombres, cosa que a mí me extraña puesto que ella no es guapa, es llenita y con poco pecho, lo que la induce a creer que es muy delgada porque las blusas de Fenja le quedan grandes (no develaré ésta fuente) y supongo que nunca se detuvo a pensar que los grandes pechos de Fenja hacen la diferencia. Wherever. A mí nunca me pareció linda salvo cuando se maquillaba, y eso a veces. Perdía el chiste haciendo eso porque ya no era ella, sino una máscara, porque yo sabía que nunca la habría podido ver con un hombre si ella no estaba maquillada. En fin, a la conclusión que llegué era que su hermana estaba celosa de que Fenja tuviera novio. Y sobre todo él. Permítanme explicar: el wey quería ser abogado, punto a su favor para su familia, y era, díganos, si no hablara parecería modelo… barato, pero modelo. Y la hermana de Fenja no tenía novios precisamente guapos. Par mi que eso la enojó y quiso bajarle el autoestima que no podía estar más vulnerable la verdad, porque resulta que el wey también andaba piropeando a otra chica, digamos, linda, pero no sé que tienen las niñas de quince años que sean guapas o feas no saben ni que ponerse. Igual ésta, mejor vestido estaría vestido un saco de papas o yo cuando no tengo ropa limpia que ella.
Descifré rápido al wey: quería andar con las dos, con la otra chica que diré se llama Ledya por guapa, pero no por mojigata. O sea, quería presumir chica linda y hot; Ledya era guapa pero tenía un código de moral tan arcaico que si le dabas una flor se pondría contenta a chismearle a su amigas y llegando a su casa de pondría a rezar bendiciendo al Santísimo Sacramento por haberle mandado un novio… así de loser era. Con Fenja podías hacer lo otro y si le sumabas su ingenuidad con respecto a los hombres el resultado era ¡wow! Presa fácil. Que ocioso tuve que estar para analizar todo esto, por eso chicas, háganme caso, se los digo por su bien.
En fin, con Ledya se ponía romántico y hasta respetuoso porque sabía que así era la única forma de ganársela. En cambio con Fenja yo era testigo de lo guarro que se podía llegar a poner: ¿eres virgen? Sí. Pues no lo pareces. O sea, ¿qué clase de chaval era éste para decir estas pendejadas con el amigo de su prospecta a un lado? Uno con verdaderas necesidades seguramente. Pero si Fenja captó el lado grosero, no se dio por enterada con lo encantada que estaba con él y cada que me contaban lo que hacían hasta en sitios públicos el wey me parecía lo más guarro y vulgar sacado de los intestinos mohosos de la ciudad, un ejemplo: “Me dijeron que a cien el cuarto”, o “tú ganas fácil un concurso de tetas”, así decía, o sea, ni siquiera senos. También soltaba frases tipo: “Mi cosa no cabe en ti”, “parece salchicha ¿quieres probar? Qué asco la verdad, y más asco me da estar reproduciéndolo ¿qué creía el wey? ¿Qué la estaba seduciendo? Ajá sí. Pinche naco. Yo lo veía con Ledya apenas agarrándole la mano y abrazándola suavemente, no se fuera a romper. Se la presentó a sus amigos y le cedió su lugar en el banco lo cual me indignó, porque con Fenja había hecho otro tanto pero dejándola parada a un metro de él como pendeja sin decir nada mientras él estaba chacoteando con sus friends. O sea que ya presumía tener “dos viejas” como él decía. Me dije, por muy pendeja que sea Fenja, tiene que saber esto. Así que lo que hice fue llevarla al pasillo paralelo en donde sabía que iba a estar, pero sin que él se diera cuenta, al menos al principio, de su presencia. La lleve ahí y empecé a hablar de bobadas, ya ven que eso se me d, cuando vi que el wey se disponía a besar a Ledya dije en voz muy alta:
-Oye Fenja, ¿no es ese tu novio?
Con tanto tino que como no había bullicio me oyeron los del pasillo donde estaba él y todavía mejor, él oyó. Se separó de Ledya y volvió la cabeza hacia nosotros. No sabía quién de los tres estaba más estupefacto, si él, Fenja o Ledya, pues ellas dos se conocían. Viendo a los tres con la boca a abierta dije: Va la mía cabrón. Y que beso a Fenja tan rico que a varias se les antojo como me dijeron después. Cuando la dejé él y Ledya seguían con cara de mensos, luego ella se fue furiosa porque captó que su novio tenía a otra y yo me reí de lo lindo, porque sentía lo que debe sentir un detective cuando pone en evidencia al asesino o ladrón. Fenja me agradeció, pero me dijo que lo seguía extrañando aún después de que le hizo. En eso no entiendo a las mujeres. Tal vez sólo extrañaba sus dedos, jajá, sorry por ser igual de guarro que él. Ledya lo sintió más: le echó la culpa a Fenja gritándole que ella lo sabía y que era una zorra. Después supe que le tenía envidia. ¿Por qué? Pues por mi porque ha de ser jajá. Ya en serio lo supe de una manera rara: Tener gimnasia a mediodía es terrible, hace tanto calor que te sientes en medio del desierto del Sahara deseando una coca bien fría. Pasados dos años, igual, el cambio climático no cambia, habíamos crecido todos y ya teníamos formas más adultas, por lo que decidí quitarme la playera quedándome en camiseta y echarme agua en el torso. Casualmente Ledya me vio. Recalco que yo estaba en mi apogeo y era muy, muy deseable para muchas, y Ledya se acercó hipnotizada creo, por mi pecho masculino. La vi mirándome, se puso roja y me dio la espalda. La analicé crítico: tenía piernas lindas pero algo le faltaba, tal vez por el fofo uniforme de gimnasia no la vi bien; me acerqué a ella, le toqué el hombro y le dije “voltéate por favor”. Se puso más roja, pero no me importó, yo la seguía viendo crítico pero algo seguía sin cuadrarme. Le dije, “ven” y me la lleve al rincón más oscuro que encontré entre los árboles, miré a mi alrededor y ya no había nadie, ni siquiera mi maestro, salí de mi refugio y noté efectivamente que no se veía nada y regresé con ella. Yo seguía en camiseta, y de repente ella se me abalanzó y me besó. Me supo a plomo. La aparté y le dije: espera. Se puso nerviosa. Le quité la playera. Quedó en camisetita pero aún me seguía pareciendo que algo andaba mal. Se la quité también quedando en sostén, rosita por cierto; intenté tocarle los pechos por encima del sostén y me di cuenta donde estaba el truco y lo que yo notaba raro: era relleno. Ella gimió al ver lo que hacía y se puso rojísima. De vergüenza de qué más. La acerqué hacia mi jalando de sus glúteos y sentí algo raro: metí la mano bajo el short y sentí dos licras y como tres pantaletas. Yo me dije: esto no es cierto, la tía tiene cerca de dieciocho años y por muy atrasada que estuviera en su desarrollo mínimo debería tener cintura. Pero no, nada. Luego me dio curiosidad y como no le dije nada me dejó hacer. ¿Hacer qué? Pues quitarle la ropa, ajá, la dejé sin nada, tenía, como se dice en el argot, pompas de aspirina. Yo creo que tenía más forma mi patineta que ella. Me eché a reír pensando ¿ésta era la rival de Fenja? Luego dejé de hacerlo porque empezó a gimotear y me soltó todo: Tenía razón en reírme porque nunca tendría los senos ni la forma de Fenja y que la envidiaba por tenerme. ¿Ya ven como sí era por mí? Me preguntó: ¿Sigues con ella? Y yo: Si claro, es mi amiga. Ella sonrió como diciendo: “entonces puedes ser mío”. Y dijo: ¿qué hacemos aquí? Como diciendo: “Anda ya, aquí me tienes, bésame, soy guapa y toda una diva”. A lo que yo respondí: Tienes razón. Ella se me acercó insinuante, yo la aparté y le dije: No espera, tienes razón, no sé qué hago aquí. Y me fui.
Igual y éramos muy chicos. Quince, dieciséis. Idiotitas a fin de cuentas. Pero el wey ese no era nada menso, o sea, sí lo era pero a su manera. Se entiende –y sobre todo yo- que a los quince empiezan a brotar las hormonas y a huevo las quieres usas, I mean, no importa con quien lo importante es hacerlo, y Fenja no era precisamente guapa en esa época de su vida. Años después sí. Pero aún así, no me explico como la idiota se lo fue a contar a su hermana. Yo por experiencia le había dicho “No confíes en las Morganas”. Pero ni caso. En fin, cuando me contó que le había contado a su querida hermana pensé: Pendeja. Y tuve razón porque después le pregunté: “Seguro se puso contenta y te pidió precaución o wherever que se digan las hermanas. Me dijo: No, no fue amable, dijo que tenía la piel reseca, vellitos en la nariz y labios feos. Yo estaba que no le creía, porque según ella, su Morgana era cool con ella. Pero me vino a dar la razón con respecto a las Morganas. Como ya dije, en ese entonces no sólo no destacaba por su belleza, sino que también era tonta e ingenua. Dirán que soy cruel, pero así era, claro que después se definió bien su rostro, se cortó el cabello diferente, moldeó su figura y muchos etc.
Pues así era. El pedo fue que yo me di cuenta de algo y ella no. O tal vez, no sé. Pero noté que a su hermana le molestó saber que ella tuviera novio, dirán que a mor de hermanas y las arañas, pero yo sabía un secretito de esa mujer: Durante toda su vida había sido perseguida por los hombres, cosa que a mí me extraña puesto que ella no es guapa, es llenita y con poco pecho, lo que la induce a creer que es muy delgada porque las blusas de Fenja le quedan grandes (no develaré ésta fuente) y supongo que nunca se detuvo a pensar que los grandes pechos de Fenja hacen la diferencia. Wherever. A mí nunca me pareció linda salvo cuando se maquillaba, y eso a veces. Perdía el chiste haciendo eso porque ya no era ella, sino una máscara, porque yo sabía que nunca la habría podido ver con un hombre si ella no estaba maquillada. En fin, a la conclusión que llegué era que su hermana estaba celosa de que Fenja tuviera novio. Y sobre todo él. Permítanme explicar: el wey quería ser abogado, punto a su favor para su familia, y era, díganos, si no hablara parecería modelo… barato, pero modelo. Y la hermana de Fenja no tenía novios precisamente guapos. Par mi que eso la enojó y quiso bajarle el autoestima que no podía estar más vulnerable la verdad, porque resulta que el wey también andaba piropeando a otra chica, digamos, linda, pero no sé que tienen las niñas de quince años que sean guapas o feas no saben ni que ponerse. Igual ésta, mejor vestido estaría vestido un saco de papas o yo cuando no tengo ropa limpia que ella.
Descifré rápido al wey: quería andar con las dos, con la otra chica que diré se llama Ledya por guapa, pero no por mojigata. O sea, quería presumir chica linda y hot; Ledya era guapa pero tenía un código de moral tan arcaico que si le dabas una flor se pondría contenta a chismearle a su amigas y llegando a su casa de pondría a rezar bendiciendo al Santísimo Sacramento por haberle mandado un novio… así de loser era. Con Fenja podías hacer lo otro y si le sumabas su ingenuidad con respecto a los hombres el resultado era ¡wow! Presa fácil. Que ocioso tuve que estar para analizar todo esto, por eso chicas, háganme caso, se los digo por su bien.
En fin, con Ledya se ponía romántico y hasta respetuoso porque sabía que así era la única forma de ganársela. En cambio con Fenja yo era testigo de lo guarro que se podía llegar a poner: ¿eres virgen? Sí. Pues no lo pareces. O sea, ¿qué clase de chaval era éste para decir estas pendejadas con el amigo de su prospecta a un lado? Uno con verdaderas necesidades seguramente. Pero si Fenja captó el lado grosero, no se dio por enterada con lo encantada que estaba con él y cada que me contaban lo que hacían hasta en sitios públicos el wey me parecía lo más guarro y vulgar sacado de los intestinos mohosos de la ciudad, un ejemplo: “Me dijeron que a cien el cuarto”, o “tú ganas fácil un concurso de tetas”, así decía, o sea, ni siquiera senos. También soltaba frases tipo: “Mi cosa no cabe en ti”, “parece salchicha ¿quieres probar? Qué asco la verdad, y más asco me da estar reproduciéndolo ¿qué creía el wey? ¿Qué la estaba seduciendo? Ajá sí. Pinche naco. Yo lo veía con Ledya apenas agarrándole la mano y abrazándola suavemente, no se fuera a romper. Se la presentó a sus amigos y le cedió su lugar en el banco lo cual me indignó, porque con Fenja había hecho otro tanto pero dejándola parada a un metro de él como pendeja sin decir nada mientras él estaba chacoteando con sus friends. O sea que ya presumía tener “dos viejas” como él decía. Me dije, por muy pendeja que sea Fenja, tiene que saber esto. Así que lo que hice fue llevarla al pasillo paralelo en donde sabía que iba a estar, pero sin que él se diera cuenta, al menos al principio, de su presencia. La lleve ahí y empecé a hablar de bobadas, ya ven que eso se me d, cuando vi que el wey se disponía a besar a Ledya dije en voz muy alta:
-Oye Fenja, ¿no es ese tu novio?
Con tanto tino que como no había bullicio me oyeron los del pasillo donde estaba él y todavía mejor, él oyó. Se separó de Ledya y volvió la cabeza hacia nosotros. No sabía quién de los tres estaba más estupefacto, si él, Fenja o Ledya, pues ellas dos se conocían. Viendo a los tres con la boca a abierta dije: Va la mía cabrón. Y que beso a Fenja tan rico que a varias se les antojo como me dijeron después. Cuando la dejé él y Ledya seguían con cara de mensos, luego ella se fue furiosa porque captó que su novio tenía a otra y yo me reí de lo lindo, porque sentía lo que debe sentir un detective cuando pone en evidencia al asesino o ladrón. Fenja me agradeció, pero me dijo que lo seguía extrañando aún después de que le hizo. En eso no entiendo a las mujeres. Tal vez sólo extrañaba sus dedos, jajá, sorry por ser igual de guarro que él. Ledya lo sintió más: le echó la culpa a Fenja gritándole que ella lo sabía y que era una zorra. Después supe que le tenía envidia. ¿Por qué? Pues por mi porque ha de ser jajá. Ya en serio lo supe de una manera rara: Tener gimnasia a mediodía es terrible, hace tanto calor que te sientes en medio del desierto del Sahara deseando una coca bien fría. Pasados dos años, igual, el cambio climático no cambia, habíamos crecido todos y ya teníamos formas más adultas, por lo que decidí quitarme la playera quedándome en camiseta y echarme agua en el torso. Casualmente Ledya me vio. Recalco que yo estaba en mi apogeo y era muy, muy deseable para muchas, y Ledya se acercó hipnotizada creo, por mi pecho masculino. La vi mirándome, se puso roja y me dio la espalda. La analicé crítico: tenía piernas lindas pero algo le faltaba, tal vez por el fofo uniforme de gimnasia no la vi bien; me acerqué a ella, le toqué el hombro y le dije “voltéate por favor”. Se puso más roja, pero no me importó, yo la seguía viendo crítico pero algo seguía sin cuadrarme. Le dije, “ven” y me la lleve al rincón más oscuro que encontré entre los árboles, miré a mi alrededor y ya no había nadie, ni siquiera mi maestro, salí de mi refugio y noté efectivamente que no se veía nada y regresé con ella. Yo seguía en camiseta, y de repente ella se me abalanzó y me besó. Me supo a plomo. La aparté y le dije: espera. Se puso nerviosa. Le quité la playera. Quedó en camisetita pero aún me seguía pareciendo que algo andaba mal. Se la quité también quedando en sostén, rosita por cierto; intenté tocarle los pechos por encima del sostén y me di cuenta donde estaba el truco y lo que yo notaba raro: era relleno. Ella gimió al ver lo que hacía y se puso rojísima. De vergüenza de qué más. La acerqué hacia mi jalando de sus glúteos y sentí algo raro: metí la mano bajo el short y sentí dos licras y como tres pantaletas. Yo me dije: esto no es cierto, la tía tiene cerca de dieciocho años y por muy atrasada que estuviera en su desarrollo mínimo debería tener cintura. Pero no, nada. Luego me dio curiosidad y como no le dije nada me dejó hacer. ¿Hacer qué? Pues quitarle la ropa, ajá, la dejé sin nada, tenía, como se dice en el argot, pompas de aspirina. Yo creo que tenía más forma mi patineta que ella. Me eché a reír pensando ¿ésta era la rival de Fenja? Luego dejé de hacerlo porque empezó a gimotear y me soltó todo: Tenía razón en reírme porque nunca tendría los senos ni la forma de Fenja y que la envidiaba por tenerme. ¿Ya ven como sí era por mí? Me preguntó: ¿Sigues con ella? Y yo: Si claro, es mi amiga. Ella sonrió como diciendo: “entonces puedes ser mío”. Y dijo: ¿qué hacemos aquí? Como diciendo: “Anda ya, aquí me tienes, bésame, soy guapa y toda una diva”. A lo que yo respondí: Tienes razón. Ella se me acercó insinuante, yo la aparté y le dije: No espera, tienes razón, no sé qué hago aquí. Y me fui.
Galantería inglesa
Uno no sabe lo que hace hasta que lo hace. O la jode que es lo mismo. Pero las cosas buenas bien que se sienten, como si le estuviera leyendo la mente a la chica que me mira con insistencia y algo me dijera: si te lanzas vas a ver que terminas con novia. Obvio eso no pasa, se imagina y ya. O sí pasa pero distorsionado. Esto viene a que leí un cuentito que alboroto mi imaginación.
En la corte del rey Arturo Lancelot estaba enamorado de la reina Ginebra. Lo que más deseaba el ardiente amante era satisfacerse en los turgentes y abundantes pechos de su amada. Para lograrlo acudió a Merlín a quien contó sus cuitas, el mago una vez enterado del deseo de Lancelot se puso a trabajar en una formula. Poco tiempo después logró terminarla y se acercó a Lancelot con un frasquito diciendo:
-Este frasco contiene un líquido que provoca una comezón intensa; el único remedio es tu saliva. Cuando la reina se bañe, vacíalos sobre su corpiño y espera los resultados.
Lancelot acepto el frasco muy contento y se alejo dándole las gracias a Merlín no sin antes prometerle que le pagaría una considerable cantidad de oro por su ayuda.
Cuando la reina se retiro a asearse, Lancelot se introdujo en su alcoba y echó discretamente el líquido dentro del corpiño que usaría la reina. Al poco rato de que esta se vistiera empezó a sentir picor en sus senos, Probo con rascarse, frotarse y nada, no podía librarse de esa comezón. Acudió con Merlín para que éste le diera una solución.
-Mi señora, la única solución posible es que la saliva de Sir Lancelot pase por los lugares donde su Majestad sienta picor.
Al saberlo, el rey Arturo accedió rápidamente, deseaba curar a su mujer para que la comezón no importunara en el lecho real. Sir Lancelot fue introducido en los aposentos de la reina y ésta se descubrió el pecho: el caballero estaba frente a los pechos más grandes y firmes que había visto, dejando aparte su blancura de mármol. Durante toda la noche Lancelot, mordió, chupó, lamió y disfruto de los senos reales, pero gracias a esto la reina le dio cita para que acudiera otras noches aparte de esa para evitar que le diera comezón en sus partes nobles.
Después de tener todo el placer y de satisfacer su libido, Lancelot olvidó la promesa hecha a Merlín, cuando el mago se la recordó, el caballero le respondía con evasivas. Enojado, Merlín volvió a trabajar en la misma fórmula y cuando el rey estaba en los baños reales, vació el líquido en los calzoncillos de su señor.
Al poco rato, el rey acudió a Merlín desesperado porque no podía controlar la comezón de sus partes íntimas, y apurado porque así no podía hacerle el amor a Ginebra. Merlín con toda la flema inglesa que existía desde entonces, dijo:
-Majestad, llame a Sir Lancelot.
Verdes las iba a segar el pobre Lancelot, pero ni me importó porque lo que más me había gustado del cuento había sido la imagen que me formé de los atributos de Ginebra. Tuve que conformarme con imaginarlos, porque para ver unos de ese tamaño a las siete de la mañana en el bosque de Tlalpan sí estaba difícil. Claro que no faltaban las corredoras con buenas piernas y buenas nalgas, pero sin busto, mujeres tipo pera, y claro, las superplanas que se sienten gordas por comer una lechuga de más.
Yo necesitaba más bien de un buen tono muscular, pero eso es aparte, la mayoría de esas mujeres estaban casadas y se jactaban de ser la haute socialité. Idiotas. Si de veras lo fueran estarían en un gimnasio de lujo y no corriendo en el bosque de Tlalpan aunque quieran hacerse las muy sanas y ecologistas. A veces oía que entre ellas se decían que tenían buena condición y yo pensaba: Pues claro, como no la van a tener si se la pasan haciendo ejercicio y recorriendo los centros comerciales de compras.
En Año Nuevo el bosque se llenaba horrible, sobre todo de gente gordita que se proponía bajar, no sé, cinco kilos y después de una semana no les volvía a ver las caras. Me acuerdo que una vez siguiendo la Ruta de la Montaña, me encontré con una niña que ya no aguantaba, estaba sacando los pulmones por la boca y tenía la cara rojísima. Bueno no era tan niña pero tenía cara de inocente, tampoco estaba tan fat, si acaso dos o tres kilos de más pero no estaba acostumbrada a correr cinco kilómetros así como así y menos a cuestas. La detuve y la saqué del camino ofreciéndole de mi bebida ¿qué tal que se desmayaba y yo de ojete me seguía de frente? No way, como buen samaritano la senté, le pedí que se relajara y le di de mi bebida hidratante. A los pocos minutos le brillaban los ojitos. Idiota, pensé, por andar de caritativo te vas a pegar un chicle en el zapato.
-¿Está dura la subida no?- le pregunté haciéndome el comprensivo.
-Sí, mucho. Es la primera vez que vengo.
-Que bueno ¿que tanto calentaste? Porque si es tu primera vez tienes que calentar como media hora para que tu cuerpo aguante.
-¿Calentar?
Carajo, esta escuincla ni siquiera se estiró, le iba a dar un calambre horrendo en cuanto se volviera a mover.
-Bueno, si no, no te apures, por lo pronto relájate y luego vemos como sigues.
Y en eso que le hablan al celular. Porque la niñita cargaba con todo: celular, ipod, cronómetro... no dudaba que cargara una laptop en el cochecito en el que vino. Y vaya que tuve razón. Pero mientras yo estaba que no aguantaba su conversación: No mami, no he terminado, me dijo un corredor que podía desmayarme. No mami, no llevo ni dos kilómetros. ¡Ay ya mamá! Te juro que voy a adelgazar para la fiesta de Maru. Ajá mami, nos vemos, besos.
Horrible nada más de oírla. Una de las "niñas bien" o más bien mal que siempre quieren estar esqueléticas pero no pueden porque van a esas pastelerías de La Bola donde todo es light y se pasan la vida comiéndolos pensando que tienen cero calorías.
Pero la tía no estaba tan mal, incluso me parecía linda si no abría la boca. Total que ya no quiso seguir corriendo y decidió volver a su casa lo más lento posible para que su madre pensara que había corrido lo suficiente. La acompañé a su coche y de paso me iba al mío; la holgazanería se pega como la peste o hasta más rápido, pero ella no me soltaba ni de chiste. Como estaría la cosa que al llegar a su coche ya me estaba besando y poniendo su mano en mi junk.
-¿Y si nos vamos a otro lugar?- me preguntó.
Y yo de idiota todo endorfinado le dije que sí. Pero ¿a dónde nos podíamos ir? ¿A nuestras casas? De entrada no, ¿a un hotel? No, y menos en la mañana, ¿a la casa de mi amigo que se fue de viaje? You're right darling.
Mi amigo tenía complejo de Casanova, por eso tenía en su casa todo tipo de juguetes y el mejor equipo para sus noches. Y las mías course, porque también me prestaba su casa con la condición de que le consiguiera chica, y claro como que eso se me da. Tenía una tina grande, fácil cabían cuatro personas. Lo primero que hice fue echarme un wash no iba a estar con una chica todo sudado. Ella también se lavó. Todo en onda muy santita como si fuéramos simples amigos. Llegamos en nuestros coches, ella siguiéndome a mí para no tener que regresar al bosque y con ella subió todo el kit: laptop, bolsa, unos tenis conversation. He aprendido que las bolsas femeninas son un gran misterio, traen todo un mundo ahí dentro, pueden cargar con las perlas de la Virgen y nosotros ni en cuenta, por fuera solo se ve como una respetable bolsa.
Empecé todo muy normal, cafecito, una toalla para que te seques el pelo... Todo en plan respetuoso, porque eso de cruzar la puerta y atascarse de manoseos es, no sé, de mal gusto. Eso que lo hagan los nacos, yo tengo clase.
Empecé bien caballeroso besándola en la mejilla, en el pelo, en el cuello y ella avorazada a fuerza en la boca. No modo, tuve que ceder, cuando menos me lo esperaba ya estaba en la tina con mi ropa tirada a un lado. Ella seguía vestida y fuera de la bañera, pero no por mucho tiempo, se quitó la chamarra y se quedó en camiseta. Sin brasier. Se le podían ver los pezones duros bajo la tela. Se bajo el pants y traía una tanguita preciosa de chiquita. De su talla of course, sino me hubiera dado asco ver como el resorte le apretaba haciéndola lucir como una gran bola de helado en un cono chico. O sea escurriéndole los excesos. Viéndola bien, no estaba tan fat, si caso un poco, pero creo que ya muchas mujeres son así. Digo, no puedo ir por la vida pidiendo supermodelos. Además ni que la belleza fuera la Santa Muerte, más bonitas estaban las Tres Gracias.
Se colocó de espaldas y mi atención se concentró en sus nalgas, apenas adornadas por un triangulito negro. Para este punto, mi junk estaba ya por encima del nivel del agua. Cuando ella se metió en la tina se le transparentó todo, me hipnotizó nada más con poner sus pechos al alcance de mis ojos. Juagaba con mi junk pero sin hacer nada y sin dejarme hacer, me daba a probar nada más, y yo que ya no aguantaba. Quería que hiciera algo ya o si no iba a explotar de puras ganas. Se puso de pie en la tina y se volteó, se inclinó y ufff, yo veía su clítoris queriendo librarse de la tanga. Estaba súper excitada. Me movía las nalgas de un lado a otro cuando se irguió y se quitó la camiseta. Ya sólo la cubría el triangulito negro ¿En dónde había aprendido eso? En xxoxo Lea de seguro, o con Brianna Frostt, porque me recordaba a ellas. Se volteó con sus dedos índice tapándose los pezones. Que delicia. Sobándoselos y apretándoselos hacía sí como toda una profesional. Lentamente los fue quitando. Unos senos tipo Ginebra, sólo que más tostaditos; los pasaba por mi cara y los quitaba. Y yo que ya no podía. Después se quitó la tanga pero se siguió moviendo. Sensualísima. Como serpiente diría mi tutor. En fin, ya estábamos puestísimos, se me acercó y lentamente fue entrando. Me quedé sin palabras. Porque llevamos al mismo tiempo al cielo. Una cosa preciosa porque no tuvimos que estarnos frotando como animales, sino un rico (riquísimo) preámbulo y luego cuando estemos listos a embonar las piezas.
Me dejó jugar con sus senos claro, yo se los besaba para estar bien seguro de que eran de verdad, no me vaya a salir siliconada. Pero eran naturalitos porque eran manejables. Me acuerdo que le pregunté: ¿te gustan los rusos? Y resultó que sí. Ese milagrito tenía que colgárselo a algún Merlín porque esta mujer tenía los pechos como la misma Ginebra, y el mago era mi amigo of course. Todavía me di el lujo de mordérselas, y ella gritando de dolor o de placer, no sé, pero igual le gustaba.
Cuando menos me di cuenta ya eran casi las once de la mañana. Quedamos en volver a vernos, para esto ella era Ginebra y yo Lancelot, así nos íbamos a llamar porque ya le había contado el cuentito y bien que había pegado. Íbamos a brindar también con una botella de Ginebra Bols, un rollo bien personal.
Nos despedimos con un beso no sin antes dejar en orden el apartamento y nos fuimos. A los pocos días me llegó un mensaje: Ginebra.
En la corte del rey Arturo Lancelot estaba enamorado de la reina Ginebra. Lo que más deseaba el ardiente amante era satisfacerse en los turgentes y abundantes pechos de su amada. Para lograrlo acudió a Merlín a quien contó sus cuitas, el mago una vez enterado del deseo de Lancelot se puso a trabajar en una formula. Poco tiempo después logró terminarla y se acercó a Lancelot con un frasquito diciendo:
-Este frasco contiene un líquido que provoca una comezón intensa; el único remedio es tu saliva. Cuando la reina se bañe, vacíalos sobre su corpiño y espera los resultados.
Lancelot acepto el frasco muy contento y se alejo dándole las gracias a Merlín no sin antes prometerle que le pagaría una considerable cantidad de oro por su ayuda.
Cuando la reina se retiro a asearse, Lancelot se introdujo en su alcoba y echó discretamente el líquido dentro del corpiño que usaría la reina. Al poco rato de que esta se vistiera empezó a sentir picor en sus senos, Probo con rascarse, frotarse y nada, no podía librarse de esa comezón. Acudió con Merlín para que éste le diera una solución.
-Mi señora, la única solución posible es que la saliva de Sir Lancelot pase por los lugares donde su Majestad sienta picor.
Al saberlo, el rey Arturo accedió rápidamente, deseaba curar a su mujer para que la comezón no importunara en el lecho real. Sir Lancelot fue introducido en los aposentos de la reina y ésta se descubrió el pecho: el caballero estaba frente a los pechos más grandes y firmes que había visto, dejando aparte su blancura de mármol. Durante toda la noche Lancelot, mordió, chupó, lamió y disfruto de los senos reales, pero gracias a esto la reina le dio cita para que acudiera otras noches aparte de esa para evitar que le diera comezón en sus partes nobles.
Después de tener todo el placer y de satisfacer su libido, Lancelot olvidó la promesa hecha a Merlín, cuando el mago se la recordó, el caballero le respondía con evasivas. Enojado, Merlín volvió a trabajar en la misma fórmula y cuando el rey estaba en los baños reales, vació el líquido en los calzoncillos de su señor.
Al poco rato, el rey acudió a Merlín desesperado porque no podía controlar la comezón de sus partes íntimas, y apurado porque así no podía hacerle el amor a Ginebra. Merlín con toda la flema inglesa que existía desde entonces, dijo:
-Majestad, llame a Sir Lancelot.
Verdes las iba a segar el pobre Lancelot, pero ni me importó porque lo que más me había gustado del cuento había sido la imagen que me formé de los atributos de Ginebra. Tuve que conformarme con imaginarlos, porque para ver unos de ese tamaño a las siete de la mañana en el bosque de Tlalpan sí estaba difícil. Claro que no faltaban las corredoras con buenas piernas y buenas nalgas, pero sin busto, mujeres tipo pera, y claro, las superplanas que se sienten gordas por comer una lechuga de más.
Yo necesitaba más bien de un buen tono muscular, pero eso es aparte, la mayoría de esas mujeres estaban casadas y se jactaban de ser la haute socialité. Idiotas. Si de veras lo fueran estarían en un gimnasio de lujo y no corriendo en el bosque de Tlalpan aunque quieran hacerse las muy sanas y ecologistas. A veces oía que entre ellas se decían que tenían buena condición y yo pensaba: Pues claro, como no la van a tener si se la pasan haciendo ejercicio y recorriendo los centros comerciales de compras.
En Año Nuevo el bosque se llenaba horrible, sobre todo de gente gordita que se proponía bajar, no sé, cinco kilos y después de una semana no les volvía a ver las caras. Me acuerdo que una vez siguiendo la Ruta de la Montaña, me encontré con una niña que ya no aguantaba, estaba sacando los pulmones por la boca y tenía la cara rojísima. Bueno no era tan niña pero tenía cara de inocente, tampoco estaba tan fat, si acaso dos o tres kilos de más pero no estaba acostumbrada a correr cinco kilómetros así como así y menos a cuestas. La detuve y la saqué del camino ofreciéndole de mi bebida ¿qué tal que se desmayaba y yo de ojete me seguía de frente? No way, como buen samaritano la senté, le pedí que se relajara y le di de mi bebida hidratante. A los pocos minutos le brillaban los ojitos. Idiota, pensé, por andar de caritativo te vas a pegar un chicle en el zapato.
-¿Está dura la subida no?- le pregunté haciéndome el comprensivo.
-Sí, mucho. Es la primera vez que vengo.
-Que bueno ¿que tanto calentaste? Porque si es tu primera vez tienes que calentar como media hora para que tu cuerpo aguante.
-¿Calentar?
Carajo, esta escuincla ni siquiera se estiró, le iba a dar un calambre horrendo en cuanto se volviera a mover.
-Bueno, si no, no te apures, por lo pronto relájate y luego vemos como sigues.
Y en eso que le hablan al celular. Porque la niñita cargaba con todo: celular, ipod, cronómetro... no dudaba que cargara una laptop en el cochecito en el que vino. Y vaya que tuve razón. Pero mientras yo estaba que no aguantaba su conversación: No mami, no he terminado, me dijo un corredor que podía desmayarme. No mami, no llevo ni dos kilómetros. ¡Ay ya mamá! Te juro que voy a adelgazar para la fiesta de Maru. Ajá mami, nos vemos, besos.
Horrible nada más de oírla. Una de las "niñas bien" o más bien mal que siempre quieren estar esqueléticas pero no pueden porque van a esas pastelerías de La Bola donde todo es light y se pasan la vida comiéndolos pensando que tienen cero calorías.
Pero la tía no estaba tan mal, incluso me parecía linda si no abría la boca. Total que ya no quiso seguir corriendo y decidió volver a su casa lo más lento posible para que su madre pensara que había corrido lo suficiente. La acompañé a su coche y de paso me iba al mío; la holgazanería se pega como la peste o hasta más rápido, pero ella no me soltaba ni de chiste. Como estaría la cosa que al llegar a su coche ya me estaba besando y poniendo su mano en mi junk.
-¿Y si nos vamos a otro lugar?- me preguntó.
Y yo de idiota todo endorfinado le dije que sí. Pero ¿a dónde nos podíamos ir? ¿A nuestras casas? De entrada no, ¿a un hotel? No, y menos en la mañana, ¿a la casa de mi amigo que se fue de viaje? You're right darling.
Mi amigo tenía complejo de Casanova, por eso tenía en su casa todo tipo de juguetes y el mejor equipo para sus noches. Y las mías course, porque también me prestaba su casa con la condición de que le consiguiera chica, y claro como que eso se me da. Tenía una tina grande, fácil cabían cuatro personas. Lo primero que hice fue echarme un wash no iba a estar con una chica todo sudado. Ella también se lavó. Todo en onda muy santita como si fuéramos simples amigos. Llegamos en nuestros coches, ella siguiéndome a mí para no tener que regresar al bosque y con ella subió todo el kit: laptop, bolsa, unos tenis conversation. He aprendido que las bolsas femeninas son un gran misterio, traen todo un mundo ahí dentro, pueden cargar con las perlas de la Virgen y nosotros ni en cuenta, por fuera solo se ve como una respetable bolsa.
Empecé todo muy normal, cafecito, una toalla para que te seques el pelo... Todo en plan respetuoso, porque eso de cruzar la puerta y atascarse de manoseos es, no sé, de mal gusto. Eso que lo hagan los nacos, yo tengo clase.
Empecé bien caballeroso besándola en la mejilla, en el pelo, en el cuello y ella avorazada a fuerza en la boca. No modo, tuve que ceder, cuando menos me lo esperaba ya estaba en la tina con mi ropa tirada a un lado. Ella seguía vestida y fuera de la bañera, pero no por mucho tiempo, se quitó la chamarra y se quedó en camiseta. Sin brasier. Se le podían ver los pezones duros bajo la tela. Se bajo el pants y traía una tanguita preciosa de chiquita. De su talla of course, sino me hubiera dado asco ver como el resorte le apretaba haciéndola lucir como una gran bola de helado en un cono chico. O sea escurriéndole los excesos. Viéndola bien, no estaba tan fat, si caso un poco, pero creo que ya muchas mujeres son así. Digo, no puedo ir por la vida pidiendo supermodelos. Además ni que la belleza fuera la Santa Muerte, más bonitas estaban las Tres Gracias.
Se colocó de espaldas y mi atención se concentró en sus nalgas, apenas adornadas por un triangulito negro. Para este punto, mi junk estaba ya por encima del nivel del agua. Cuando ella se metió en la tina se le transparentó todo, me hipnotizó nada más con poner sus pechos al alcance de mis ojos. Juagaba con mi junk pero sin hacer nada y sin dejarme hacer, me daba a probar nada más, y yo que ya no aguantaba. Quería que hiciera algo ya o si no iba a explotar de puras ganas. Se puso de pie en la tina y se volteó, se inclinó y ufff, yo veía su clítoris queriendo librarse de la tanga. Estaba súper excitada. Me movía las nalgas de un lado a otro cuando se irguió y se quitó la camiseta. Ya sólo la cubría el triangulito negro ¿En dónde había aprendido eso? En xxoxo Lea de seguro, o con Brianna Frostt, porque me recordaba a ellas. Se volteó con sus dedos índice tapándose los pezones. Que delicia. Sobándoselos y apretándoselos hacía sí como toda una profesional. Lentamente los fue quitando. Unos senos tipo Ginebra, sólo que más tostaditos; los pasaba por mi cara y los quitaba. Y yo que ya no podía. Después se quitó la tanga pero se siguió moviendo. Sensualísima. Como serpiente diría mi tutor. En fin, ya estábamos puestísimos, se me acercó y lentamente fue entrando. Me quedé sin palabras. Porque llevamos al mismo tiempo al cielo. Una cosa preciosa porque no tuvimos que estarnos frotando como animales, sino un rico (riquísimo) preámbulo y luego cuando estemos listos a embonar las piezas.
Me dejó jugar con sus senos claro, yo se los besaba para estar bien seguro de que eran de verdad, no me vaya a salir siliconada. Pero eran naturalitos porque eran manejables. Me acuerdo que le pregunté: ¿te gustan los rusos? Y resultó que sí. Ese milagrito tenía que colgárselo a algún Merlín porque esta mujer tenía los pechos como la misma Ginebra, y el mago era mi amigo of course. Todavía me di el lujo de mordérselas, y ella gritando de dolor o de placer, no sé, pero igual le gustaba.
Cuando menos me di cuenta ya eran casi las once de la mañana. Quedamos en volver a vernos, para esto ella era Ginebra y yo Lancelot, así nos íbamos a llamar porque ya le había contado el cuentito y bien que había pegado. Íbamos a brindar también con una botella de Ginebra Bols, un rollo bien personal.
Nos despedimos con un beso no sin antes dejar en orden el apartamento y nos fuimos. A los pocos días me llegó un mensaje: Ginebra.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)