Pinche cerdo hijo de puta. Eso han de pensar las chicas cuando recuerdan a su primer novio. Yo, cada que me acuerdo de él, me sentía raro, seguramente lo que sienten los hermanos por sus hermanas o un tío celoso con ve a la que cree su chica con otro wey.
Igual y éramos muy chicos. Quince, dieciséis. Idiotitas a fin de cuentas. Pero el wey ese no era nada menso, o sea, sí lo era pero a su manera. Se entiende –y sobre todo yo- que a los quince empiezan a brotar las hormonas y a huevo las quieres usas, I mean, no importa con quien lo importante es hacerlo, y Fenja no era precisamente guapa en esa época de su vida. Años después sí. Pero aún así, no me explico como la idiota se lo fue a contar a su hermana. Yo por experiencia le había dicho “No confíes en las Morganas”. Pero ni caso. En fin, cuando me contó que le había contado a su querida hermana pensé: Pendeja. Y tuve razón porque después le pregunté: “Seguro se puso contenta y te pidió precaución o wherever que se digan las hermanas. Me dijo: No, no fue amable, dijo que tenía la piel reseca, vellitos en la nariz y labios feos. Yo estaba que no le creía, porque según ella, su Morgana era cool con ella. Pero me vino a dar la razón con respecto a las Morganas. Como ya dije, en ese entonces no sólo no destacaba por su belleza, sino que también era tonta e ingenua. Dirán que soy cruel, pero así era, claro que después se definió bien su rostro, se cortó el cabello diferente, moldeó su figura y muchos etc.
Pues así era. El pedo fue que yo me di cuenta de algo y ella no. O tal vez, no sé. Pero noté que a su hermana le molestó saber que ella tuviera novio, dirán que a mor de hermanas y las arañas, pero yo sabía un secretito de esa mujer: Durante toda su vida había sido perseguida por los hombres, cosa que a mí me extraña puesto que ella no es guapa, es llenita y con poco pecho, lo que la induce a creer que es muy delgada porque las blusas de Fenja le quedan grandes (no develaré ésta fuente) y supongo que nunca se detuvo a pensar que los grandes pechos de Fenja hacen la diferencia. Wherever. A mí nunca me pareció linda salvo cuando se maquillaba, y eso a veces. Perdía el chiste haciendo eso porque ya no era ella, sino una máscara, porque yo sabía que nunca la habría podido ver con un hombre si ella no estaba maquillada. En fin, a la conclusión que llegué era que su hermana estaba celosa de que Fenja tuviera novio. Y sobre todo él. Permítanme explicar: el wey quería ser abogado, punto a su favor para su familia, y era, díganos, si no hablara parecería modelo… barato, pero modelo. Y la hermana de Fenja no tenía novios precisamente guapos. Par mi que eso la enojó y quiso bajarle el autoestima que no podía estar más vulnerable la verdad, porque resulta que el wey también andaba piropeando a otra chica, digamos, linda, pero no sé que tienen las niñas de quince años que sean guapas o feas no saben ni que ponerse. Igual ésta, mejor vestido estaría vestido un saco de papas o yo cuando no tengo ropa limpia que ella.
Descifré rápido al wey: quería andar con las dos, con la otra chica que diré se llama Ledya por guapa, pero no por mojigata. O sea, quería presumir chica linda y hot; Ledya era guapa pero tenía un código de moral tan arcaico que si le dabas una flor se pondría contenta a chismearle a su amigas y llegando a su casa de pondría a rezar bendiciendo al Santísimo Sacramento por haberle mandado un novio… así de loser era. Con Fenja podías hacer lo otro y si le sumabas su ingenuidad con respecto a los hombres el resultado era ¡wow! Presa fácil. Que ocioso tuve que estar para analizar todo esto, por eso chicas, háganme caso, se los digo por su bien.
En fin, con Ledya se ponía romántico y hasta respetuoso porque sabía que así era la única forma de ganársela. En cambio con Fenja yo era testigo de lo guarro que se podía llegar a poner: ¿eres virgen? Sí. Pues no lo pareces. O sea, ¿qué clase de chaval era éste para decir estas pendejadas con el amigo de su prospecta a un lado? Uno con verdaderas necesidades seguramente. Pero si Fenja captó el lado grosero, no se dio por enterada con lo encantada que estaba con él y cada que me contaban lo que hacían hasta en sitios públicos el wey me parecía lo más guarro y vulgar sacado de los intestinos mohosos de la ciudad, un ejemplo: “Me dijeron que a cien el cuarto”, o “tú ganas fácil un concurso de tetas”, así decía, o sea, ni siquiera senos. También soltaba frases tipo: “Mi cosa no cabe en ti”, “parece salchicha ¿quieres probar? Qué asco la verdad, y más asco me da estar reproduciéndolo ¿qué creía el wey? ¿Qué la estaba seduciendo? Ajá sí. Pinche naco. Yo lo veía con Ledya apenas agarrándole la mano y abrazándola suavemente, no se fuera a romper. Se la presentó a sus amigos y le cedió su lugar en el banco lo cual me indignó, porque con Fenja había hecho otro tanto pero dejándola parada a un metro de él como pendeja sin decir nada mientras él estaba chacoteando con sus friends. O sea que ya presumía tener “dos viejas” como él decía. Me dije, por muy pendeja que sea Fenja, tiene que saber esto. Así que lo que hice fue llevarla al pasillo paralelo en donde sabía que iba a estar, pero sin que él se diera cuenta, al menos al principio, de su presencia. La lleve ahí y empecé a hablar de bobadas, ya ven que eso se me d, cuando vi que el wey se disponía a besar a Ledya dije en voz muy alta:
-Oye Fenja, ¿no es ese tu novio?
Con tanto tino que como no había bullicio me oyeron los del pasillo donde estaba él y todavía mejor, él oyó. Se separó de Ledya y volvió la cabeza hacia nosotros. No sabía quién de los tres estaba más estupefacto, si él, Fenja o Ledya, pues ellas dos se conocían. Viendo a los tres con la boca a abierta dije: Va la mía cabrón. Y que beso a Fenja tan rico que a varias se les antojo como me dijeron después. Cuando la dejé él y Ledya seguían con cara de mensos, luego ella se fue furiosa porque captó que su novio tenía a otra y yo me reí de lo lindo, porque sentía lo que debe sentir un detective cuando pone en evidencia al asesino o ladrón. Fenja me agradeció, pero me dijo que lo seguía extrañando aún después de que le hizo. En eso no entiendo a las mujeres. Tal vez sólo extrañaba sus dedos, jajá, sorry por ser igual de guarro que él. Ledya lo sintió más: le echó la culpa a Fenja gritándole que ella lo sabía y que era una zorra. Después supe que le tenía envidia. ¿Por qué? Pues por mi porque ha de ser jajá. Ya en serio lo supe de una manera rara: Tener gimnasia a mediodía es terrible, hace tanto calor que te sientes en medio del desierto del Sahara deseando una coca bien fría. Pasados dos años, igual, el cambio climático no cambia, habíamos crecido todos y ya teníamos formas más adultas, por lo que decidí quitarme la playera quedándome en camiseta y echarme agua en el torso. Casualmente Ledya me vio. Recalco que yo estaba en mi apogeo y era muy, muy deseable para muchas, y Ledya se acercó hipnotizada creo, por mi pecho masculino. La vi mirándome, se puso roja y me dio la espalda. La analicé crítico: tenía piernas lindas pero algo le faltaba, tal vez por el fofo uniforme de gimnasia no la vi bien; me acerqué a ella, le toqué el hombro y le dije “voltéate por favor”. Se puso más roja, pero no me importó, yo la seguía viendo crítico pero algo seguía sin cuadrarme. Le dije, “ven” y me la lleve al rincón más oscuro que encontré entre los árboles, miré a mi alrededor y ya no había nadie, ni siquiera mi maestro, salí de mi refugio y noté efectivamente que no se veía nada y regresé con ella. Yo seguía en camiseta, y de repente ella se me abalanzó y me besó. Me supo a plomo. La aparté y le dije: espera. Se puso nerviosa. Le quité la playera. Quedó en camisetita pero aún me seguía pareciendo que algo andaba mal. Se la quité también quedando en sostén, rosita por cierto; intenté tocarle los pechos por encima del sostén y me di cuenta donde estaba el truco y lo que yo notaba raro: era relleno. Ella gimió al ver lo que hacía y se puso rojísima. De vergüenza de qué más. La acerqué hacia mi jalando de sus glúteos y sentí algo raro: metí la mano bajo el short y sentí dos licras y como tres pantaletas. Yo me dije: esto no es cierto, la tía tiene cerca de dieciocho años y por muy atrasada que estuviera en su desarrollo mínimo debería tener cintura. Pero no, nada. Luego me dio curiosidad y como no le dije nada me dejó hacer. ¿Hacer qué? Pues quitarle la ropa, ajá, la dejé sin nada, tenía, como se dice en el argot, pompas de aspirina. Yo creo que tenía más forma mi patineta que ella. Me eché a reír pensando ¿ésta era la rival de Fenja? Luego dejé de hacerlo porque empezó a gimotear y me soltó todo: Tenía razón en reírme porque nunca tendría los senos ni la forma de Fenja y que la envidiaba por tenerme. ¿Ya ven como sí era por mí? Me preguntó: ¿Sigues con ella? Y yo: Si claro, es mi amiga. Ella sonrió como diciendo: “entonces puedes ser mío”. Y dijo: ¿qué hacemos aquí? Como diciendo: “Anda ya, aquí me tienes, bésame, soy guapa y toda una diva”. A lo que yo respondí: Tienes razón. Ella se me acercó insinuante, yo la aparté y le dije: No espera, tienes razón, no sé qué hago aquí. Y me fui.
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